BOGOTÁ. El desbordamiento de tres ríos en Colombia debido a las lluvias intensas mató al menos a 154 personas mientras dormían y dejó cientos de desaparecidos en Mocoa, una ciudad cerca de la frontera con Ecuador, informaron el sábado las autoridades.
Un alud de lodo y escombros sepultó cinco barrios de la ciudad de 42.000 personas. Varias casas fueron derribadas, los árboles arrancados y automóviles arrastrados.
Desde el lugar, el presidente Juan Manuel Santos elevó a 154 los muertos.
«Estas lluvias son cada vez más intensas y tenemos que estar preparados», dijo el mandatario, quien declaró estado de calamidad y abrió una cuenta bancaria para recibir donaciones para los damnificados.
Según la Cruz Roja hay 220 desaparecidos y unos 400 heridos, 22 de los cuales fueron transportados a Bogotá. Las autoridades reportaron que los hospitales locales estaban abarrotados.
Más de un millar de policías y militares trabajan en la zona en busca de cuerpos.
«Eran las once y media cuando sonó como una bomba, durísimo», dijo un señor de mediana edad a la televisión local Caracol. El estruendo duró unos quince minutos y la desesperación de quienes trataban de rescatar familiares, amigos o vecinos, se extendió hasta este sábado.
«Hay mucha gente buscando a sus parientes», afirmó el vocero de la Cruz Roja, Oscar Forero.
Testigos dijeron que sintieron cómo vibraban los edificios, y aunque sonó una alarma, no se escuchó en toda la ciudad. Imágenes difundidas en internet y televisión mostraban grandes extensiones cubiertas de escombros, edificios demolidos y puentes derribados. En los videos se escuchaban voces gritando los nombres de desaparecidos.
El agua, la comida y la electricidad escasean en la zona y las comunicaciones están interrumpidas. Tres puentes que dan acceso a la ciudad cayeron al paso del alud.
Carlos Iván Márquez, director de la agencia nacional de desastres de Colombia, dijo a The Associated Press que el río se desbordó alrededor de la medianoche, tomando por sorpresa a los residentes desprevenidos en las primeras horas del sábado.
Anteriormente, Herman Granados, un anestesiólogo del hospital local, dijo que hay al menos 300 heridos y que el hospital no tiene sangre suficiente para afrontar una crisis de semejante magnitud.
Dijo que algunos empleados del hospital fueron a ayudar aunque tenían familiares desaparecidos. «Estoy seguro de que hay mucha gente bajo el barro», dijo Granados.