Desbordemos la copa de la fe

Desbordemos la copa de la fe

La conmemoración de la Semana Santa entra este fin de semana en una de las etapas cumbres de la vida, pasión y muerte de Jesús de Nazareth. Para el mundo cristiano son de alta significación los acontecimientos reseñados en las Sagradas Escrituras, y constituyen una de las motivaciones de la profesión de fe.

 Para los no cristianos, inclusive, esta etapa concita respeto y recogimiento a pesar de las disidencias que en torno a la vida de Jesús han prevalecido por los siglos de los siglos. Hay implícitas lecciones sobre el sacrificio y la fuerza de la fe en las causas espirituales, y esas lecciones han valido para creyentes y no creyentes.

Útil sería que los dominicanos, que estamos enfrentados cotidianamente a múltiples problemas económicos y sociales, asimilemos en la justa medida el ejemplo de perseverancia y fe que nos enseña la historia de la vida de Jesús, una figura que aún entre los ateos ha sido merecedora de respeto y admiración. Los tiempos convocan a asimilar esas demostraciones del Nazareno, que aún en los más terribles y dolorosos momentos, tenía fe en la resurrección. Es una enseñanza que se materializó en un hombre, en aquellos tiempos de oscurantismo. En la vida moderna, esta enseñanza puede sernos útil para salir airosos ante los desafíos, para perseverar y triunfar. Miremos al porvenir con optimismo, desbordando la copa de nuestra fe.

La parte que nos corresponde

A partir de hoy se intensifica el flujo de vacacionistas hacia campos, playas y balnearios. En la misma medida se intensifica el trabajo de las brigadas de socorristas diseminados por todo el país para prevenir accidentes. Vacacionistas y socorristas son, pues, partes recíprocas en la dinámica del tradicional asueto colectivo de la época. Esta reciprocidad obliga a que los que disfrutan descanso hagan más llevaderas las cosas, tomando medidas de prevención.

Un buen comienzo en la prevención consistiría en asegurar las pertenencias en el hogar para evitar robos, conducir con prudencia, no comer ni beber más allá de lo prudente, no perder de vista a los niños en playas y balnearios  y tener siempre pendiente que para el regreso debemos estar lo suficientemente sobrios para no accidentarnos ni accidentar a otros. El sentido de la reciprocidad debe llevarnos a equilibrar los efectos para que haya equidad entre la prevención y nuestra prudencia.

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