Descalificaciones a más no poder

Descalificaciones a más no poder

La práctica de descalificar todo lo que hace o dice el rival es uno de los peores defectos entre los políticos del patio. Su mayor esfuerzo está destinado a tratar de justificar lo propio y censurar lo ajeno, de manera que lo malo siempre será culpa del adversario.

Nada constructivo hay en este estilo de hacer política, y los grandes males de este país los debemos, en grandísima medida, a la irresponsabilidad de los políticos que han administrado más en provecho propio que del país, las  cuotas de poder que les ha correspondido administrar. Los yerros que cometieron en su momento los partidos que han gobernado son siempre atribuidos a administraciones anteriores.

Una manera constructiva de hacer política no enfatizaría en el discurso descalificador, y si lo hiciera, sería sustanciando ese discurso con datos y evidencias irrefutables acerca de malas prácticas de cualquier índole. Todos los partidos, desde el poder, han querido justificar sus actos, buenos o malos, y una vez en la oposición, le critican a los gobernantes de turno esos  mismos actos. El país debe quemar ya esta desdichada práctica y a los votantes les corresponde el deber de censurar esta modalidad. El país necesita que la inteligencia de sus políticos sea aprovechada en cuestiones útiles y constructivas, elaborando pautas de solución de problemas y renunciando a descalificar  todo y a todos.

Nueva derrota para las FARC

El 4 de febrero pasado, los ciudadanos colombianos en todo el mundo causaron  a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia una derrota contundente, al levantar su voz, al  unísono, contra los secuestros en Colombia. Este domingo, en la frontera entre Colombia y Venezuela, un puñado de artistas cantó por la paz y, consecuencialmente, contra las operaciones de esa guerrilla.

La abrumadora concurrencia a este acto dice mucho de los deseos de los colombianos. Las FARC no tienen en su inventario ninguna acción que pueda tildarse de revolucionaria y que haya beneficiado al pueblo colombiano. Su “joint venture” con el narcotráfico, los secuestros, las ejecuciones y los atentados contra vidas y la propiedad pública no son el tipo de revolución que aspiran y merecen los colombianos. La lírica se levantó contra estas prácticas, en una prédica por la paz. Es la segunda derrota sin tiros que sufren las FARC.

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