Descalificados por defecto

Descalificados por defecto

Dejar las rutas del Metro de Santo Domingo a merced de las empresas de transporte que las reclaman violentamente, sería condenar ese servicio a las mismas penurias a que han sido sometidos los usuarios del transporte público en estos días de protesta, caos y agresiones.

No encaja en juicio sano que para expresar la aspiración de operar esas rutas, una empresa disfrazada de sindicato tenga que dejar varados a miles de pasajeros y además agredir a todo aquel que no se pliegue a tan vandálico estilo. Se pretende arrebatar el derecho a operar las rutas del Metro violando el derecho a trabajar quienes disienten de estos métodos.

 Las autoridades deben anotar estas ocurrencias groseras y tenerlas a mano cuando cualquier grupo autor de estos desmanes se atreva a formalizar una solicitud, pues, sin duda, este estilo descalifica por defecto. Más allá de todo eso, hay que escudriñar en nuestros códigos y hacer cumplir las previsiones, que de seguro existen, para casos de desorden público, daño a propiedad, entorpecimiento del tránsito, agresión física a terceros y otras figuras civiles y penales. El caos provocado para demandar asignación de las rutas del Metro es una acción que viola las normas de convivencia y como tal, debe ser sancionada. El país, sus servicios públicos y la tranquilidad de la gente no pueden estar a merced de la voluntad de estos vándalos.

San Pedro en el abandono

San Pedro de Macorís se caracterizó por su brillo y esplendor. Era un atractivo inevitable para extranjeros y nativos. Fue musa que inspiró a artistas de todo género y una cantera de intelectuales sobresalientes. En sus buenos tiempos tenía la responsabilidad de cubrir una proporción considerable de los compromisos azucareros con el exterior. Era fuente de abundantes empleos. En fin, fue una provincia a tomar en cuenta al cuantificar el Producto Interno Bruto de la nación.

Pero de un tiempo a esta parte San Pedro de Macorís luce abandonado, con pocas fuentes de trabajo y obras paralizadas. El abandono disminuyó notablemente su participación en la macroeconomía. La capitalización de las empresas públicas asestó una estocada mortal a su industria azucarera y muchos ciudadanos prestigiosos debieron emigrar. Hay obras que llevan quince años paralizadas. San Pedro de Macorís dejó de ser “La Sultana del Este”.

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