Descansa en paz José Melchor Herrera Cabral

Descansa en paz José Melchor Herrera Cabral

El pasado día 28 de abril dejó de existir, a los 95 años, el doctor José Melchor Herrera Cabral, el último varón de la camada de hermanos Herrera Cabral, que de tanta utilidad fueron para el país y su comunidad banileja. Solo nos queda viva Isabel Guadalupe Herrera Cabral, como el último vestigio directo del clan familiar Herrera Cabral, que estableció su impronta, no solo en Baní, sino en el país y en muchos países de la Tierra.

José Melchor, o Pacholo como se le conocía entre sus familiares y amigos, fue un médico muy estudioso, que en sus primeros años de graduado los pasó trabajando, primero en regiones rurales del país y más luego atendiendo a los niños tuberculosos del hospital infantil del Perpetuo Socorro.

Pero definitivamente su pasión por los temas de la salud lo empujaron a consagrarse como el mejor médico estadístico del país, que le permitió, desde la Secretaría de Salud Pública, llevar un control muy detallado de los niveles de salubridad de los dominicanos en aquellas décadas del siglo XX donde todavía no se conocía la ciencia de la informática.

Su trabajo, tan completo, dedicado y eficiente por más de 60 años, le permitió brindarle a las diversas misiones de los organismos internacionales de la salud que buscaban informaciones detalladas y creíbles para ayudar al país en la superación de los escollos que imponía las condiciones de vida de los dominicanos. Esa labor tan dedicada, y llevada con responsabilidad de informaciones verdaderas, le ganó el respeto de esos organismos como la OMS, la UNICEF, la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) y las Naciones Unidas, por lo cual fue reconocido en vida con esa entrega y honestidad que se le veía cada día tomar un concho para ir a su oficina en Salud Pública y retornar en la tarde a su residencia, caminado a pie más de un kilómetro cada día. Y a su avanzada edad de 88 años, que tenía cuando todavía trabajaba en Salud Pública, no le hacía desistir de sus obligaciones, a las cuales le consagró toda su vejez, en pleno uso de sus facultades mentales.

Pacholo llevaba a cabo un estilo de vida casi espartano, con pocas distracciones más que aquellas proporcionadas por la televisión o las visitas de sus sobrinos, familiares y otros amigos que acudían a verlo junto a su hermana Isabel, que por tantos años fueron inseparables hasta aquel 28 de abril cuando Dios decidió llevárselo en una forma apacible sin un tormentoso final.

El doctor Herrera murió como vivió, de forma callada, sin exhibicionismos, ni riquezas ni búsqueda de reconocimientos, solo con su pasión por servir a la salud dominicana, haciendo lo que más le gustaba con sus estadísticas de tenerlas a mano y actualizadas con toda una serie de informaciones acerca de la salud criolla, que le permitía a sus superiores jerárquicos y organismos de salud no gubernamentales, las mejores formas de enfrentar algún problema de salud para la población.

Con sus estudios, Pacholo le ofrecía en bandeja a los interesados todos los indicadores para trazar las pautas más adecuadas para poner sobre ruedas cualquier plan nacional de salud, con las proyecciones de los programas a seguir y con seguimiento que él mismo les daba con la escasez de personal a su servicio, tratando de mantener todos los indicadores que fueran necesarios para emprender cualquier programa de ataque a las enfermedades. Ya al final de su larga vida de servidor público pudo accesar a los medios de la informática con una dedicación ejemplar, la cual fue reconocida por diversos organismos y entidades comunitarias, incluyendo condecoraciones nacionales, pero que ahora con su muerte, el eficiente y saturante servicio de comunicaciones gubernamental del actual Gobierno lo ignoró, ya que parece estar más empeñado en recordar los parientes de artistas, deportistas, periodistas y de políticos que mueren, y no a los de un servidor que por 65 años fue un ejemplo de vida de trabajo apasionado y honesto.

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas