Las Terrenas. Samaná.- Sus veinte años de gran crecimiento inmobiliario, el espíritu abierto, plural y cosmopolita de sus bares y restaurantes y, sobre todo, la floreciente multiculturalidad de los que viven y de los que llegan, no ha erosionado en lo más mínimo esa aura de auténtica y natural libertad para decidir que caracteriza a este antiguo pueblo de pescadores, hoy transformado en uno de los principales polos turísticos de República Dominicana.
Igual que en sus angostas calles se escuchan todos los acentos y se elige saborear las más diversas gastronomías o bailar las más vibrantes músicas del mundo, de esa misma manera puede ejercer libremente el sagrado derecho a la sabia y feliz elección de pernoctar en un espacio diseñado para satisfacer las necesidades del descanso en paz con uno mismo, con el entorno y con los que nos rodean. Sin estridencias, que no es lo mismo que aburrimiento. Es el bien ganado derecho a recibir no un trato mecánico y de fría cortesía de administradores hoteleros, sino la buena disposición eficiente y oportuna en satisfacer las necesidades de hospedaje, ocio y gastronomía de sus clientes, siempre con la grata sensación que produce la sencillez de una sonrisa y el trato afable.
Uno de estos espacios es el hotel La Tortuga, ubicado en la avenida Italia de esta comunidad de Las Terrenas. Los propietarios de esta pequeña casa son Pello y Ana, una simpática pareja vasca dotada de una muy agradable experiencia en el ramo de la hostelería en su país.
Su romance con Las Terrenas se inició hace dos años y se dio en el punto más sensible de la actual crisis financiera mundial. Pero la ilusión y las ganas reinaron sobre todas las adversidades. Como dice el propio Pello: la ilusión pudo más que el miedo y nos lanzamos a la aventura de estar aquí.
Ambos son profesionales de larga data. Ana es experta automotriz y Pello fue ejecutivo de una multinacional de comunicaciones en España.