Descarbonizar es agenda mundial

Descarbonizar es agenda mundial

República Dominicana es la excepción en la evolución histórica de la generación eléctrica; uno de los pocos países que resta importancia a los efectos negativos de la quema de carbón para fines industriales. El mundo lo desaprueba unánimemente. Cierto que sobrevive una cantidad de termoeléctricas a carbón pero son muchas las que van apagándose para siempre. China, una de las grandes emisoras de gas invernadero, se ha sumando con entusiasmo a respaldar las fuentes alternativas de energía amigables con el ambiente, política que es motivo de esperanza para la humanidad ahora que Estados Unidos reniega del consenso de casi todas las naciones contra las causas del cambio climático.
La nueva visión internacional contra el carbón ha afectado, con falta de créditos, a República Dominicana en su decisión de instalar generadores a carbón. Negarse a financiar tales proyectos es norma en buena parte de los mercados financieros. Pocos expertos creen en tecnologías nuevas y muy costosas para supuestamente reducir emanaciones químicas nocivas al ambiente. Y a nivel nacional se desconfía del aval científico local que favorece el carbón; y no hay certeza de que las investigaciones sobre la factibilidad técnica y de costos a que es sometido el proyecto de Punta Catalina se ocupen mucho de lo dañino del carbón. Faltaría también tomar en cuenta lo muy factible que se consideraría readaptar las plantas en proceso a gas natural.

La tragedia final del antiguo CEA

El interminable reclamo de pensiones para antiguos trabajadores de la caña, convertidos en símbolo de la desprotección social, refleja un aspecto sombrío e inhumano del derrotero final de un emporio estatal: es el caso del CEA, un extendido conjunto de bienes a nivel nacional que tras fracasar como ente productivo, fue repartido a modo de saqueo en buena parte de sus infraestructuras e inmuebles. Todo un capítulo en la historia del enriquecimiento ilícito.
Pero para quienes hacían el ingrato trabajo en factorías y corte de la caña, cubriendo la época de oro de buenos precios en el azúcar, no quedó ni el bagazo. La creación de cooperativas para que extrabajadores formaran cooperativas agrícolas, contempladas alguna vez, nunca ocurrió, y ahora ni siquiera aparece un modesto régimen de pensiones para el alivio final de sus días.

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