Descentralización versus corrupción

Descentralización versus corrupción

Hay dos conceptos a los que he aludido siempre, relacionados con la llamada “descentralización” en los servicios de salud: Por un lado, la perenne necesidad de distribuir equitativamente el volumen monstruoso de la demanda en los hospitales “de concentración” o de referencia nacional, como la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia, el Robert Reid Cabral, el Darío Contreras y el Luis E. Aybar, donde la capacidad disponible de camas y recursos siempre ha sido excedida por la demanda y, por otro lado, la obligación estatal de asignar fondos a las regionales y áreas de salud en forma directa, para evitar que  la burocracia y centralización operativa entronizadas en el Ministerio de Salud, tradicionalmente corrupto y corruptor, envíe migajas presupuestarias a lugares que deberían recibir asignaciones provinciales y municipales directas para ser manejadas por organismos locales donde la comunidad esté protagónicamente representada.

Con su carga de morbilidad y mortalidad, la salud “al por mayor” que se da en los hospitales de concentración, le sale más barata a los funcionarios de salud y pueden derivar más porcentajes a bolsillos particulares y con la centralización administrativa que anula la operatividad y eficiencia de las regionales y áreas, suman más fondos a sus propósitos espurios y por eso no les resulta simpática la iniciativa del Poder Ejecutivo proponiendo mecanismos legales para que la descentralización sea una realidad, puesto que esa modalidad, ya prevista por las leyes General de Salud y de Seguridad Social, lleva a su mínima expresión el papel o función de muchas “botellas” en el Ministerio.   

Hay que apoyar al presidente Danilo Medina en su propósito de descentralizar los servicios médicos públicos en nuestro país. 

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