Mucha de la descomposición que arrastra a jóvenes de corta edad al consumo de alcohol y  drogas, a cometer actos de delincuencia, al embarazo precoz y otros problemas, comienza en el hogar y pasa por las escuelas. La falta de un seguimiento adecuado de cada caso de jóvenes de ambos sexos violados y abusados en el hogar por sus propios parientes alimenta esa descomposición creciente que vemos a diario en nuestra sociedad, como un mal que ha tenido diagnóstico pero no remedio.

Nuestra reportera Rosa Alcántara ha escudriñado en varias escuelas y ha obtenido testimonios de profesores y orientadores  sobre narraciones de abusos y violaciones que hacen estudiantes afectados por una situación hogareña deteriorada, en la que los autores de los abusos son parientes cercanos de los afectados. El personal docente alerta sobre la necesidad de crear un programa para dar seguimiento a cada caso de este tipo, para tratar de contrarrestar los efectos sociales de esta situación.

Se requiere, para comenzar, un plan de trabajo que motive una interacción más estrecha entre padres, profesores, organizaciones comunitarias y autoridades, para llevar la orientación necesaria a  víctimas y victimarios en estos abusos. El seguimiento a estos casos tiene que ser asumido como aspecto importante en la política de  protección social de  niños, niñas y adolescentes.

Hay que bajar tensiones

Conforme se aproxima la fecha de las elecciones ha crecido la tensión política y el fanatismo entre seguidores de los candidatos. Las agresiones contra caravanas, que han dejado balance de heridos, es una de las manifestaciones de intolerancia irracional que ha ido cobrando cuerpo. A esto ayuda cierta prédica política que pretende desenterrar el fantasma del fraude y generar en la población infundada desconfianza.

Ese estado de cosas hace que nos sumemos al llamado hecho por las  iglesias Católica y Evangélica, y la Junta Central Electoral a los líderes políticos para que se respete el Pacto de Civilidad que firmaron, y se desista de hacer  pronunciamientos que puedan exacerbar los ánimos en este último tramo de la campaña electoral. El país necesita llegar a las elecciones en un ambiente de tranquilidad y respeto, y que  los electores expresen su voluntad sin zozobra.