Desconfianza

Desconfianza

JOSÉ R. YUNÉN
Unas veces por razones ajenas a nuestro control y otras por errores cometidos por los encargados de planificar el destino de la nación en el último cuatrenio, hemos pasado por una sucesión de crisis al parecer inimanejables. En conjunto, esas crisis sirven de talón de fondo, de antecedentes y hasta de motor de la acumulación de problemas que en estos momentos nos atormenta.

Si nos dedicáramos a exhumar culpables encontraríamos muchos. También es de claridad meridiana que en la actualidad no hay un solo problema que no tenga raíces en épocas pasadas.

Estas disquisiciones vienen al caso porque estamos angustiados por los sufrimientos que imponen en el alto costo de la vida, la falta de energía eléctrica y de agua, el desempleo, la baja productividad, la contagiosa corrupción y otras manifestaciones de descomposición social. Una buena parte de los dominicanos le aflora la rabia de la impotencia mientras que otra la inconformidad.

Basta haber escuchado el Presidente de la República Leonel Fernández ante la Asamblea Nacional, donde expresó que nuestras mayores dificultades están en el terreno económico y claramente en el aparato productivo, nos obsequió con un breve señalamiento de algunos conceptos básicos especialmente una austera corrección de la nómina pública que servirá de pauta a la administración que se inicia. Se comprometió con una guerra contra el hambre, contra la miseria que abate sobre una ancha franja de la población dominicana y juro que en su gobierno no habrá corrupción sin sanción. No enclaustrándose en una crítica puramente negativa, despierta la admiración durante su alocución, en sugerir un esfuerzo común de todos los dominicanos como el remedio más eficaz de restablecer la confianza.

En estos momentos de confusión parecería ser que para un dominicano no hay nada peor que otro dominicano, esto resalta con fuerza de evidencia cuando observamos que algunos ciudadanos están abriendo sepulcro para víctimas inocentes, especialmente en contra de algunos de los ejecutivos de los bancos que tuvieron problema. Otros anuncian la poca credibilidad de los procesos judiciales y señalan la existencia de grandes capitales presuntamente asociados a la conspiración internacional. En fin, detrás de la ira colectiva, late otro sentimiento muy profundo. El sentimiento profundo que está detrás de la ira y del temor que nos embargó no hay que buscarlo muy lejos, es simplemente la desconfianza.

Si la desconfianza es nuestro enemigo, como haremos para vencerla?.. Un país, que no lucha, que no se sobrepone a la adversidad y que vegeta en el conformismo está llamado a desaparecer. Ver claro no es solo una condición del ojo, sino de la mente. Es hora pues, de aceptar para bien de pensamientos clarividentes, para contrarrestar las pasiones desencadenadas de aberrantes y perversas ineptitudes, que muy bien nos inclinaron a mover por mucho tiempo en un mar de inconsecuencia.

En este país hay una esperanza muy acendrada de que los vientos de cambio soplarán fuertes. Y que sus ráfagas huracanadas barran, de golpe y porrazo, todas nuestras lacas sociales, morales, políticas y económicas para empezar a recuperar la confianza.

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