Descontento justificado

Descontento justificado

Partes de la reforma constitucional aprobadas hasta ahora, merced, dicho sea de paso, a un  acuerdo de dos partidos que suplanta  consensos y consultas más amplias, son caldo de cultivo para justificado descontento, inclusive entre asambleístas que sienten usurpada su autonomía. La no aprobación del referendo revocatorio, la supresión del derecho individual de demanda en inconstitucionalidad, el condicionamiento del  acceso a las playas, para citar los casos más graves, hacen de la nueva Constitución un instrumento retrógrado por afectar prerrogativas  reconocidas en la Carta vigente.

El desplante ha merecido críticas de personalidades como la socióloga Rosario Espinal y organizaciones de reconocido mérito, como  Participación Ciudadana  y  16 entidades  ecologistas. Después de todo esto,  han quedado descalificados quienes en el pasado criticaron las reformas constitucionales a la carta, como la que instauró la reelección presidencial en un pasado no muy lejano. El país aspiraba y merecía una Constitución que ampliara derechos en vez de recortarlos, y ese fue el sentir expresado en las consultas previas al sometimiento del proyecto. Quizás todo este acontecer explique las motivaciones del afán para que la reforma se hiciera por Asamblea Revisora,  no por  Constituyente.  El descontento se justifica y animará, alguna vez, a emprender nuevas reformas.

 

Estimulante para fuga de menores

Una de las “virtudes” del Código del Menor es que virtualmente protege, de alguna manera, la fuga de menores de edad de los recintos de rehabilitación en que están internos. Esto se deduce del hecho de que el código en cuestión prohíbe divulgar nombres y fotografías de estos muchachos, aún en caso de que se fuguen de algún recinto de retención. Esto dificulta que las autoridades puedan localizarlos y  reingresados para que cumplan el tiempo de rehabilitación.

 En dos meses, según se ha sabido, catorce adolescentes han escapado del Centro de Corrección y Rehabilitación de Adolescentes de Santiago. De ese número, el miércoles escaparon  tres muchachos de 14, 15 y 17 años de edad y la madrugada del lunes de esta misma semana habían hecho lo mismo otros cuatro. Al parecer, la vulnerabilidad de la vigilancia en ese recinto facilita los escapes. De la otra parte se encarga el cuestionado Código del Menor.

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