Descoyuntar el pasado

Descoyuntar el pasado

Hemos pasado varias décadas bombardeados por una falsa contraposición ideológica: “blanquismo y negrismo”. En las escuelas elementales hace tiempo no se cantan aquellas canciones tradicionales que mencionaban las “flores de mi país”, las “frutas de mis campos”, los “pájaros de mi tierra”. Esas composiciones musicales insuflaban en el ánimo de los niños el amor por la flora y la fauna de esta isla. Antes de iniciar la educación intelectual propiamente dicha, se fomentaba la educación sentimental. Pero ya las “pájaras pintas” no se suben en ningún verde limón. Ha sido un cambio fundamental en las “perspectivas” infantiles. Antiguamente enseñaban a amar nuestra tierra por dos vías: una emocional, otra racional.

A los adolescentes se les ha dicho cien veces que el día de la Independencia Nacional Duarte no estuvo en el baluarte de El Conde; en cambio, Sánchez y Mella sí estaban presentes; pero no les explican las razones por las cuales el ideólogo-organizador de la independencia de los dominicanos “no pudo estar” aquel día con los demás patricios. Algunos sociólogos, cuando se refieren a Duarte, le llaman “el comerciante Juan Pablo Duarte”, para enfatizar “origen y clase social”. Su padre, propietario de una ferretería, era, efectivamente, comerciante; aunque apoyó continuamente las ideas atrevidas del hijo, quien se comportó siempre como un apóstol.

El empeño por “reacomodar” el pasado, “para no seguir viviendo de viejas rencillas políticas y territoriales”, aspira a borrar las psicologías sociales de dos pueblos con distintas culturas. ¿En qué se diferencian los negros del Oeste de los negros del Este? Esta es una pregunta que hacen muchos funcionarios europeos del cuerpo diplomático. Otras preguntas son: ¿dónde meteremos tantas personas pobres, analfabetas y enfermas, que emigran desde Haití? ¿Existe algún lugar mejor que la RD para albergarlos definitivamente?

Para lograrlo es preciso el esfuerzo combinado de historiadores, sociólogos, pedagogos, que desarticulen el pasado que separa a Haití de Santo Domingo. Es claro que los políticos locales podrían ayudar para estos fines, si fueran auxiliados con recursos financieros, por organizaciones de “servicios comunitarios”, folcloristas partidarios del “multiculturalismo”. Se necesita también un “vodou” dominicano “sincrético”; que la isla Española se denomine Haití. Por último, que Duarte sea menos estimado por el dominicano común.

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