POR NELLY RAMÍREZ
MARTINICA.- Esta mansión bordeada de árboles centenarios y producciones de caña de azúcar, en siglos anteriores perteneció a colonizadores franceses, siendo su último propietario monsieur Clément. Hoy es un museo en el que los visitantes tienen la oportunidad de encontrarse con el pasado
La Habitation Clément, nombre que asume de su último propietario Homer Clément, es una hermosa casa transformada en museo en 1996, cuya construcción data del siglo 19. Aquí acuden diariamente cientos de turistas de diferentes nacionalidades a observar la riqueza histórica y cultural que se guarda en cada uno de sus rincones.
Además de la maison, como suelen llamarla los martiniqueños, los visitantes pueden recorrer su amplio campo, en el que se encuentran flores, plantaciones de caña, variedades de banana, palmeras, la caballeriza, así como todo el engranaje industrial de la fábrica de ron Clément, típico de Martinica, del que además hay una boutique de ventas y bar para degustar las variedades de su destilería.
Esta mansión, convertida en monumento histórico, ofrece una oportunidad única para transportarse al siglo XIX, conocer el estilo de vida de aquella época en las plantaciones y descubrir la arquitectura y mobiliario criollo del período.
Un parque con diversos árboles centenarios la protege, pues esta casa -hermosamente restaurada para el disfrute de todos los visitantes- está en medio del terreno, semioculta, pero guardando en su interior una gran riqueza.
La Habitation Clément nombrada también Grand Case, cuenta con un mobiliario de lujo. La arquitectura de la casa es considerada como uno de los más bellos ejemplos del siglo XIX criollo. Es una versión condensada de la evolución de las casas de las Indias Occidentales.
Una casa museo cargada de historia
Esta mansión fue fundada en 1798 por Louis Hodebourg Desbrosses y Simon de Bassigny, quienes para entonces la llamaron Vivienda Mahogany. La propiedad ha tenido varios cambios y propietarios. Es una especie de esfera en un espacio relativamente reducido.
Fue a mediados del siglo siguiente a su fundación cuando la vivienda Clément asumió la forma que actualmente exhibe. Francoise de Franqueville, quien compró el área en 1844, decidió vivir la casa, aunque para ello tuvo que hacer una gran inversión para restaurarla, pero sin destruir su estilo original, que sigue siendo el núcleo de la construcción.
La casa está adaptada al clima tropical del área donde se encuentra, ya que sus diseñadores utilizaron técnicas especiales para hacer de ésta un hábitat acogedor, propio de la región, y los árboles a su alrededor la protegen del sol intenso que calienta sus cubiertas.
El flujo de aire que entra y sale de la histórica casa, tanto por sus amplios ventanales como en su terraza, hacen de ésta un remanso de paz que invita a quedarse a cualquier visitante.
Su terraza está habilitada con mecedoras de madera donde el fresco motiva a dormir una larga siesta frente a la boutique de la destilería. Quienes visitan esta casa, pueden sentarse de manera informal a disfrutar del confort de aquí luego de tomarse algunas de las bebidas que ofrece el bar.
Las galerías laterales tienen muchas ventanas, que proporcionan una corriente constante de aire en el interior de la edificación, especialmente en las habitaciones de la primera planta.
El estilo de esta vivienda combina elementos de la decoración clásica importada de Europa y la inspiración criolla.
La mayoría de sus muebles, en madera de teca, se exhiben en la sala de exposición.
Homer Clément
Fue el último propietario de la Habitation Clément en la isla de Martinica.Hacia el año 1900, al adquirir los bienes de esta propiedad, monsieur Clément inició su proceso de embellecimiento, que consistió en sustituir el suelo, el cual encontró arruinado o deteriorado. Colocó en sus pisos baldosas de cerámica de tonalidades beige y azul.
En esta casa aún se observan los baños originales, instrumentos musicales de la época, mesas de adorno en madera, una rica platería que resplandece a la vista de todos, impecables camas en caoba centenaria, objetos de baño en cerámica, mecedoras, cuadros, fotografías, repisas, muebles tapizados con estilos clásicos, pero modernizados después de la restauración, que cada visitante se detiene a apreciar.