DIÓGENES VALDEZ
La lectura del cuento de Elisa Wald (Terapia) me ha llevado al descubrimiento de que hay en el mundo de los servicios una nueva profesión que jamás imaginé que existiera. Esta moderna manera de ganarse la vida está entroncada con la que es, sin ninguna duda, el más antiguo de los ejercicios laborales: la prostitución.Me estoy refiriendo a la profesión llamada dominatriz, que es un neologismo compuesto por los términos dominación y actriz; es decir una actriz de la dominación. Por lo que vemos, es una profesión exclusiva para el sexo femenino.
Analizado con detenimiento lo que implica el ejercicio de esta nueva modalidad laboral, casi se llega al convencimiento de que quienes la ejercen son artistas y de que la profesión en sí, es nada más y nada menos, un arte.
¿Arte, oficio o profesión? En realidad es difícil encasillar esta singular manera de ganarse la vida.
Resulta simpático descubrir ciertas cosas por medio de la lectura de un cuento, pero en suma, muchos al igual que yo se pregunta: ¿qué es una dominatriz. La autora de Terapia nos lo hace saber:
En términos generales el personaje de su cuento, de nombre Vanessa y cuyo trabajo es el de dominatriz, revela que es una mujer, a la que le pagan usualmente, para que domine a los hombres y los discipline. Debe ofrecer a cada cliente lo que cada uno quiera, sin que parezca importarle de qué se trata (…) complacerlo al tiempo que lo domina (…). Infligir exactamente el grado de dolor que cada hombre es capaz de soportar… no más, y tampoco menos (…) infundir horror y miedo, asegurándose de que el resultado neto de la ecuación sea el éxtasis.
Si hay algo con quien comparar una dominatriz es, sin lugar a dudas, con un domador. Cada hombre es para ella una fiera a la que hay que domesticar por medio del castigo, tomando en cuenta sus puntos neurálgicos, o fetiches.
De las secuencias de la narración se desprende que la profesión de dominatriz tiene que ver mucho con la Psicología, al menos, eso es lo que el personaje de Elisa Wald nos dice en determinado momento, haciendo un ejercicio de comparación entre lo que su personaje hace para ganarse la vida, y un psicoanalista al que ha asistido. La oferta casi exclusiva de la dominatriz son la satisfacción de los sentimientos sadomasoquistas de algunos individuos.
Para una dominatriz la práctica del sadomasoquismo es la cosa más saludable y honesta que existe en el mundo. Las personas que lo soportan reconocen la verdad sobre sí mismas y no le tienen miedo a esa verdad. Crean un espacio seguro y consensual para encararlo y no permiten que sus vidas cotidianas se conviertan en un caos.
Para empezar, (o para terminar), la dominatriz debe creer en las fantasías que su imaginación genera. Si el cliente desea ser tiranizado por una reina para alcanzar el orgasmo, esta debe convertirse y actuar como una reina. Cada dominatriz establece sus códigos y sus propias reglas de juego, aportando el castigo sadomasoquista como parte de un juego erótico. Ahora bien, de la lectura del texto de Elissa Wald, se desprende que existen reglas comunes para todas aquellas que ejercen tan novísima profesión. Una de ellas es la siguiente: a cada cliente, sus límites serán respetados y expandidos. Una dominatriz debe darle a su cliente aquello que con toda seguridad más desea. Debe devolverle su fantasía.
Comparar el ejercicio de una dominatriz, con el de la prostitución, tal vez resulte una exageración. Dicha profesión se encuentra más cerca a la de una actriz teatral, con la diferencia de que en vez de actuar para un gran público, lo hace para una sola persona. Sólo así se puede comprender que el personaje del cuento de la Wald, utilice palabras como rol y escena, términos propios del mundo teatral.
Terapia es un relato cautivante, narrado en dos planos que se alternan. Al leer parte del currículo de la autora del mismo, no produce ninguna sorpresa descubrir que ella tiene sólidos conocimientos acerca del sadomasoquismo, y que además de estudiar Escritura Creativa en la prestigiosa Universidad de Columbia, ha trabajado en un circo, en reservaciones indígenas, como operadora de las denominadas líneas telefónicas calientes, y que también se ha desempeñado como danzarina de stripetease, y consejera de prostitutas.