Descuido al mantenimiento

Descuido al mantenimiento

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La noticia de que dos de los aeropuertos internacionales del país no tienen en operación sus sistemas de radar, revela y confirma el descuido tan flagrante de los funcionarios de no ponerle atención a lo que se les ha entregado por decreto, y se supone deben cuidar y mantenerlo en operación adecuada para los fines para los cuales fueron construidos o instalados.

Es una constante nacional de la falta de mantenimiento en todos los órdenes, afecta a todas las instituciones oficiales. El resultado es que cada día se anulan más aulas escolares, los hospitales dejan de ofrecer el servicio a los enfermos y las carreteras se convierten en calvarios para los usuarios por la enorme cantidad de hoyos o las cunetas que dejan de recibir el agua lluvia y contribuyen a crear más daños en las vías.

La razón de ese descuido irresponsable, de no darle mantenimiento a las edificaciones, vías y equipos, descansa en la forma peculiar de cómo se nombran los incumbentes de cada departamento o de cada cartera, en que los méritos políticos son los que priman para tales designaciones, así como las contribuciones que hizo el afortunado, y finalmente funcionario, en la campaña que elevó a la presidencia al político que fue ayudado económica y significativamente.

El aporte económico de mucha gente a los políticos, que luego escalan la presidencia; si llega a ser notable entonces son nombrados en determinados cargos donde hay movimiento económico con el fin de darle oportunidad para que recuperen la inversión realizada en la campaña, la incremente con creces e incluso para permitirle que haga un capital que se aplicaría a su carrera política, si fuera el caso para alcanzar otras posiciones en los gobiernos de su partido, como premio a quien generosamente contribuyó a la campaña del político ganador.

Resulta contraproducente el desinterés de los funcionarios por el mantenimiento preventivo o correctivo, ya que son sumas irrisorias en comparación con lo que necesitan los funcionarios para resarcirse de su inversión, por lo tanto no le ponen atención a esa labor, no suministran los recursos, y el resultado, lo estamos viendo de como dejan de funcionar los radares de aeropuertos importantes y los acueductos dejan de servir agua a las poblaciones. Incluso hay casos de que por la rebatiña de la comisión que conlleva adquirir los equipos, produce el estancamiento, contribuyendo a que no se resuelva un problema de gran envergadura. En el caso de los radares, es casi seguro que las compañías aéreas están exponiendo sus quejas por la seguridad de sus aeronaves ponderando la conveniencia de desviar sus vuelos a otros aeropuertos del país operados directamente por el sector privado y con más seguridad por el buen funcionamiento de los equipos.

La falta de mantenimiento de las obras públicas es un perenne y tremendo dolor de cabeza que se agudiza siendo notable cómo surgen las quejas por doquier por instalaciones que en otra ocasión fueron emblemáticas y ahora languidecen por no reponer un bombillo quemado o a las avenidas no se le tapan los hoyos que producen las lluvias. De ahí ese sentido de abandono que se observa en las oficinas públicas cuando no se reparan y ni se les restaura su utilidad original, dando lugar a que la ciudadanía se sienta desilusionada al ver de como los funcionarios solo piensan en buscar ventajas que se derivan de los cargos o convertirlo en oficinas políticas de promoción personal y no reponer una plancha de zinc en una escuela rural.

La cultura de la falta de mantenimiento es la característica de todos los gobiernos que han desfilado por el Palacio Nacional desde la década del 60. Hubo casos en que se le ponía atención a ese aspecto institucional, pero en los últimos años se ha descuidado de forma tal que los cientos de escuelas inservibles, los hospitales sin seguridad para los pacientes, las carreteras dañadas para la circulación vehicular y los aeropuertos sin radares es la constante de un pléyade de funcionarios que consideran que fueron nombrados por su generosidad con el candidato ganador y su meta es ver de como hacen carrera política y recuperan lo invertido.

Así como se llevó a cabo un seminario económico hace unas dos semanas, por igual se debería sentar a la mesa de la reflexión a los decenas de funcionarios que deberían poner su meta en el mantenimiento de las obras que dependen de sus dependencias, para establecer los planes que ayuden a recatar las obras públicas y evitar que haya la necesidad de construir nuevas que es la máxima aspiración de los funcionarios por la satisfacción que produce cortar la cinta de una obra nueva y no de entregar para su uso inmediato una obra vieja, reparada y recuperada.

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