Desde el nivel inicial a la universidad

Desde el nivel inicial a la universidad

El presidente Danilo Medina le ha prometido al país que el Presupuesto de Ingreso y Ley de Gastos Públicos correspondiente al año 2013 contemplará una suma destinada al financiamiento de la educación preuniversitaria equivalente al 4% de nuestro Producto Interno Bruto. Pero, el mandatario peledeísta todavía no  se ha referido al porcentaje del PBI que su gobierno destinará el año próximo al financiamiento de las instituciones públicas de educación superior.

El gobierno del presidente Medina podría decidirse por invertir el 4% del PBI en educación preuniversitaria e incrementar la inversión en educación superior de 0.36%  al 1% del PBI. Eso sería lo deseable. Pero, dada la situación económica por la que el país atraviesa, dudamos de que lo haga.

Más factible sería que el mandatario invirtiera el 3% del PBI en educación preuniversitaria y el 1 % del PBI en educación superior. Así, el Ministerio de Educación dispondría de un presupuesto mucho mayor que el actual, y el de Educación Superior, Ciencia y Tecnología se encaminaría, en cuanto a inversión se refiere, a la meta de un 2.2% del PIB, consignada en el Plan Decenal de Educación Superior 2008-2018. Así, nadie podría enrostrarle al gobierno el no haber invertido el 4% del PBI en el sector de educación. Lo inconcebible sería fortalecer la educación preuniversitaria en detrimento de la educación superior y viceversa.

La Universidad Autónoma de Santo Domingo, al igual que sus homólogas de Argentina, México, Brasil, Chile, entre otras, ha servido de escenario para la expresión de ideales de democracia, de libertad, y de igualdad social. Los años 60 y 70 del pasado siglo 20 fueron testigos de grandes manifestaciones de protesta y de enfrentamientos de profesores estudiantes y empleados universitarios con dictadores y gobernantes autoritarios. Ante la indiferencia de los gobiernos que entonces se sucedieron, los servidores universitarios tuvimos que trabajar en  condiciones inimaginables.

Aunque tarde, el valor de nuestros sacrificios hoy es reconocido hasta por los cínicos de ciertas agencias internacionales de cooperación. Pero vivimos otros tiempos. La educación superior se ha transformado de manera significativa. El país reclama que de nuestras instituciones públicas de educación superior egresen profesionales capacitados, innovadores y críticos que estimulen las transformaciones sociales y que den respuestas a los problemas que nos aquejan. Pero, para atender a ese reclamo, la UASD y los Institutos públicos de educación superior requieren de mucho más recursos económicos que los que actualmente disponen. No podrán estar a la altura de los nuevos tiempos con un presupuesto  de apenas un 0.36% del PBI. Volveremos sobre el tema.

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