Esa mañana cualquiera, sin deseo ni voluntad, porque la vida en esta ciudad nos deja exhausta y sin ánimo, solo pensaba en lo absurda que es, esta ciudad de Santo Domingo. ¿Llena de absurdos? No, es ciudad del absurdo, es diferente. Si fuera por antigua no lo debiera ser pues tiene los años de muchas ciudades europeas y esa longevidad, permanencia y memoria les da, una urbanidad e identidad propias de sus años. Pero no aquí donde nuestra ciudad ovandina ni nos invita al paseo, ni a la lectura, es bullosa, poca intelectual, absurdo es verla con hoyos, alambres, basura y sin vida y más absurdo es haberle ubicado ahí un museo infantil, además cerca, del río y sus afluentes que pasaron de venas abiertas a ser cañadas de la capital. El Malecón, ese paseo pacífico frente a nuestro mar Caribe, no es transitado por peatones, sino por patanas, horripilantes y cadavéricas, humeantes que no los deja cruzar. Absurdo es querer cruzar una calle en esta ciudad. Por esas patanas, hoy se pide en otro lugar del Malecón, un peatonal, entre una Universidad mal ubicada y el frente marítimo porque no importó que no tuviera parqueo, ni terrenos en medio de urbanizaciones desprotegidas, que estuviera frente a posibles tsunamis, al lado de una empresa metalúrgica contaminante, le dieron visto bueno. ¿Y las vías de evacuación? ¿Y los bomberos? ¿Y el hospital más cercano? Pero en el Malecón, lo absurdo es haber planificado un helipuerto, otros 6 o 7 puentes peatonales para que el mundo se ría de sus planificadores. Absurdo es verse en un tapón en los numerosos elevados que cruzan la capital y que debían evitarlo y quizás de allá arriba, podríamos alcanzar ver ingenieros de Obras Públicas custodiando el ensanche La Fe como guachimanes improvisados. El fracaso de la planificación y/o ordenamiento territorial en R.D. y Santo Domingo es tan brutal que vemos hoy obras de remediación porque los planificadores no fueron escuchados en los 80´s. Absurdo es una ciudad donde se concentran todas las inversiones en obras del Estado en detrimento del interior, de sus ciudades y de las regiones del país. Pero absurdo es que a pesar de esa concentración de riqueza, en ella, falta peatones porque no tienen aceras. ¡Absurdo¡.