Desde la fuga hacia las otras miradas

Desde la fuga hacia las otras miradas

POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Durante la ultima década, Luz Severino (1962) ha optado por la vigilia fugitiva a través de una práctica creadora cuyos resultados vienen impactando favorablemente en importantes espacios de resonancia para el arte contemporáneo en distintas ciudades del Caribe, América Latina, los Estados Unidos y Europa.

Así, desde la opción vital de la fuga y desde la muy personal aventura del reto perpetuo, los efectos de la experiencia creativa de Luz Severino desbordan asombrosamente los límites del espacio trágico del sueño colectivo, las maravillas del paisaje, la espantosa narrativa de nuestras heridas ancestrales, el rítmico ritual de nuestro absurdo cotidiano y hasta las mismas pesadillas de nuestra inefable insularidad politicosocial.

Luz Severino se graduó de Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1986), en este mismo año egresa de la Escuela Nacional de Bellas Artes y luego se especializa en el dominio de las diferentes técnicas del grabado en la Art Students League de Nueva York y en grabado sobre metal en el taller del artista  español Juan Ramón Durá, en Madrid, España, (1993). Pintora, dibujante, grabadora, escultora, accionista del dialogo multicultural, su obra ha sido seleccionada y premiada en importantes exposiciones, bienales y eventos celebrados en países como España, Colombia, Estados Unidos, Cuba, Suecia, Puerto Rico, Martinica, Guadalupe, Bélgica y la Republica Dominicana.

La fuga desafiante y franqueadora. El lucido y resuelto viaje hacia el asombro, imponen a Luz Severino las marcas del desarraigo y la nostalgia. Pero ese mismo viaje le ha hecho ganar la luz. La luz interior. La luz de otros retos y de otras miradas. La luz de otras latitudes y de otros recintos espirituales. La luz de otros aires y de otros resplandores. El camino de la lucidez, de la libertad, del diálogo, del amor y de la solidaridad a través del arte. Su actitud comprometida tras la merecida trascendencia de las manifestaciones más avanzadas del arte dominicano contemporáneo no se desliga de su discreta, reconcentrada, cálida e inspirada personalidad creadora.

Luz Severino reside actualmente en Martinica, donde produce las obras que han integrado sus más recientes exposiciones individuales. Entre estas exposiciones merecen citarse: “Una vida que empieza”, La Chapelle sur Erdre, Nantes, Francia (2003); “Damas de Ilusiones”, Galería Tamara, San Juan, Puerto Rico (2004); “Ilusiones perdidas”, Galería Mattei, Santiago de Chile (2004) y “La otra mirada”, Bibliothèque Solvay, Bruselas, Bélgica (2005).

En esta última muestra, presentada desde el 17 de diciembre del 2004 hasta el 9 de enero del 2005, las pinturas de Luz Severino compartieron los espacios de la Bibliothèque Solvay (Leopoldpark-Rue Belliard 137-1040, Bruselas) con las fotografías de la arquitecta  dominicana Altagracia Reyes, quien ha estado residiendo y trabajando entre París y Bruselas en las últimas tres décadas. Sobre la actividad profesional y los trabajos fotográficos de Altagracia Reyes prometemos una próxima entrega. Por ahora, se impone registrar estos lucidos y evocadores fragmentos del texto escrito por el respetable artista y crítico de arte Serge Goudin-Thebia(Martinica) sobre las pinturas recientes o sobre la “Otra mirada”  de Luz Severino.

“Solo existe una cosa que cuenta, es la energía”, decía Nietzsche, refiriéndose a Lou Andreas Salomé. Yo tomaré esta frase del filósofo, pues hablar del trabajo de Luz Severino es ver, en primer lugar, esa energía que emana de su obra, donde símbolo y signos están sumergidos en un mundo de colores y en donde los cuadrados colocados uno detrás del otro, constituyen la trama del trabajo de la artista y tienden a aprehender el misterio del SER en el mundo. Sin entrar  en un análisis plástico de la obra, lo que resalta, y que evidentemente se desprende, es la cuadrícula, el cuadrado reiterado, recubierto, descubierto.

En la antigua China el cuadrado era el símbolo de la tierra, entre los Taínos, antiguos habitantes de la Hispaniola, el cuadrado designaba el “conuco”, el huerto, la plantación, alrededor de la morada, en cierto modo la zona cultivable.

A esto se le añade otra herencia, la hispánica, en donde la forma del patio, cuyos ángulos y medidas no tienen secretos para la luz y constituyen en la obra de esta gran artista un estilo específico de referencia. A este propósito, muchas veces he hablado de pintura clásica caribeña, cuyo alcance universal no tiene para mí ninguna duda.

Inmersión en la noche de tiempos, pero donde se entreabren desde ya las premisas y bases fundadoras de una “Ruta para el Futuro”, una ruta donde, como bien dice Oswald Andrade, “vagando por itinerarios (una flor de amapola en la boca) nosotros comenzaremos a creer en los signos, en los instrumentos, en las estrellas”(1).

(1) Serge Goudin-Thebia:
“Otra mirada”, texto para
el catálogo de la exposición
de Luz Severino y Altagracia
Reyes, Bibliothèque Solvay/
La Maison de l’Europe, Bruselas, Bélgica, diciembre 2004-enero 2005.

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