DESDE LOS TEJADOS

DESDE LOS TEJADOS

 ¿Cuántos católicos sacan un rato cada día para hablar con el Señor como un amigo a un amigo?

   Mucha gente no ora, porque ni se les ocurre pensar que Dios pasa por sus vidas. En la primera lectura de hoy (Génesis 18, 1-10ª) Dios pasa cerca de la tienda de Abraham en forma de “tres hombres”. “Al verlos, Abraham corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo: –Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo–.” 

   Orar es pedirle al Señor: “no pases de largo junto a mí, ven, entra en mi tienda”. Cuando uno se acerca al Señor, lo que nos brota de adentro es pedirle que nos acoja, que atienda nuestras súplicas y deseos. Ni se nos ocurre pensar que el Señor también quiere ser acogido con sus deseos y sus súplicas. Quien ha orado de corazón ya descubrió este hecho escandaloso: ¡el Señor nos reza a nosotros!

   Abraham jamás pensó que esos tres caminantes querían intercambiar con él sobre su vida.   Abraham era un hombre práctico y preparó comida y bebida bajo una buena sombra.  Abrahán los acoge, pero no comparte con ellos, se queda de pie bajo el árbol. Sin embargo,  esos tres peregrinos, figura del Dios Trinitario, comprendieron mejor que nadie la triste situación de Sara y de Abrahán: ¡una casa sin hijos!  Y ya cuando se van, le dan la mejor noticia de su vida: “Cuando vuelva a ti… Sara habrá tenido un hijo”.

   Orar es acoger al Señor que pasa, escucharle y comunicarle lo que vivimos y esperamos en un diálogo sabroso entre amigos. Dios será siempre el amigo  que pasa y a nosotros nos toca invitarlo a nuestra tienda para conversar. Su respuesta será siempre más generosa que nuestra petición más atrevida.

   En el evangelio de hoy, Lucas 10, 38-42 lo aclara más.  María y Marta acogen a Jesús en su casa. María dialoga con Jesús, mientras Marta afana con la logística, los detalles y el protocolo. Jesús la amonestó así: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán”.

   Llévese de Jesús: conversar con Él, orar, es la mejor parte.

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