Desde los tejados: las leyes que aguardan las islas

Desde los tejados: las leyes que aguardan las islas

“Éste es mi Hijo, mi predilecto”.

“Éste es mi Hijo, mi predilecto”.

Juan, el Bautista bautizó a Jesús, así lo afirma Mateo 3, 13 al 17. ¿Qué hace el único Mediador sometiéndose a esa mediación de arrepentimiento y perdón de Juan el Bautista? Al comienzo del año, la Iglesia nos lo recuerda: hay que someterse a la ley.

El Siervo de Dios, anunciado por Isaías 42, 1-7 promoverá el derecho y la leyes. Comienza el año, necesitamos apegarnos a la ley. Pero entre nosotros, el cumplimiento de la ley es una mecha humeante a punto de apagarse. Jesús es el Siervo que viene a rescatar a ciegos, presos y gente en tinieblas.

Hay que estar ciego para no ver el irrespeto rampante de la ley entre nosotros. Basten tres ejemplos, ¿cuándo fue la última vez que usted vio a un oficial de tránsito sancionando a un chofer por irrespetar una luz roja? ¿No se debería exigir a los vehículos pesados circular por el carril derecho? ¡Cuántas muertes se evitarían si se redujesen los rebases innecesarios causados por los vehículos pesados! Nos falta educación y sanción. Apoyemos una educación en manos de docentes capaces, y una justicia expedita, insobornable, e implacable apegada a la ley.

Isaías anuncia que el Siervo rescatará a los presos. El pueblo vive preso del azar. Favorezcamos las entidades que fomentan el ahorro popular y penalicemos las parásitas bancas de apuestas.

Finalmente, Isaías señala las tinieblas. ¡Qué tinieblas nos esperan si se sigue regalando la electricidad interesadamente! Algunos critican nuestro atraso mientras roban electricidad. Quien roba electricidad, nos roba futuro. ¿Por qué convertir en mendigos de la electricidad, a los mismos ciudadanos dueños de celulares que pagan fielmente sus tarjetas?

Que al final de este año se pueda decir de cada uno de nosotros, lo que Pedro afirmó sobre Jesús: “¡pasó haciendo el bien!”.

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