Desde los tejados
¿A qué numero le apuesta Dios?

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>¿A qué numero le apuesta Dios?

Al comienzo del año y con nubarrones en el horizonte, todo el mundo quisiera encontrar hombres y mujeres creíbles para guiarse por ellos. 

Las lecturas para celebrar la fiesta del Bautismo de Jesús nos ayudan a captar por qué las primeras comunidades consideraron a Jesús como un hombre creíble. 

Muy pronto, aquellas comunidades le aplicaron a Jesús  estas palabras del capítulo 42 de Isaías: “no gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará”.  El texto nos lleva a imaginarnos a un Jesús dulce y paciente, pero también, presenta a Jesús como un hombre interesado por los asuntos de su sociedad. Por eso  le aplicaron este texto de Isaías: “promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra y sus leyes que esperan las islas”. Pedro, resumirá toda la obra de Jesús de esta manera: “pasó haciendo el bien” (Hechos 10, 38).

Hoy vivimos en una cultura secularizada y, en gran medida, postcristiana. Para algunos, Dios es un asunto irrelevante. Otros promueven a Dios como si fuera un jarabe contra todos los males. Pero en la antigüedad, lo que importaba era la evaluación de Dios de tal o cual persona.

¿Cómo entendió la Iglesia del siglo primero la relación de Jesús con Dios? De nuevo, los textos de la fiesta del bautismo de Jesús nos abren varias puertas. Los primeros cristianos le aplicaron a Jesús los títulos del capítulo 42 de Isaías, lo califican de “alianza de un pueblo y luz de las naciones”.

Jesús estaba llamado a “abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas”.

Marcos va más lejos. En su primer capítulo, la voz del cielo, claramente la voz de Dios, se dirige a Jesús para llamarlo “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”.

Se fue otro año. Sigue corriendo veloz nuestra vida. Usted, yo y todos le apostamos a algo, mientras gira la ruleta de la vida, llamada irremisiblemente a detenerse en un número. ¡Qué bueno sería averiguar a qué número le apuesta Dios! ¡Sin duda saldrá premiado! Bote los horóscopos y los  adivinos y juéguele todos sus cuartos al mismo número que Dios juega. ¡Apuéstele a Jesús!

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