Desde los tejados
Allí, donde se juega lo humano

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>Allí, donde se juega lo humano

El diablo está de moda en las películas. El espíritu del mal es representado poniendo a volar cuchillos afilados que matan inocentes, o haciendo girar 360 grados la cabeza de una niña de ojos desorbitados.

En los Evangelios, el espírtu del mal es presentado de otra manera. Tomemos como ejemplo el primer capítulo del Evangelio de Marcos, donde encontramos a un hombre poseído por un espíritu inmundo que grita: “¿Quién te mete a ti en lo nuestro, Jesús Nazareno?”

La escena no tiene nada de los efectos especiales de Hollywood. Estamos ante un hombre que grita indignado por la cercanía de Jesús. La lógica del espíritu del mal supone que la vida de ese hombre ya está completa, y por tanto,  Jesús de Nazaret no tiene nada que aportar, ni a ésa, ni a ninguna otra situación humana.

Hay gente que se indigna y rabia cuando los cristianos, desde su fe, iluminan la dimensión moral de cualquier situación humana. De una vez,  gritan: “¿quién te mete a ti en lo nuestro, Jesús Nazareno?  En este país pobre, todo lo que tiene que ver con los recursos destinados a educación, salud y vivienda, por ejemplo, posee una dimensión moral. Nuestros Obispos, sacerdotes y laicos faltarían a su deber si no nos exhortaran a todos a definir como prioritarios aquellos proyectos en los que se juega el bien común.

Se da entre nosotros este tipo de cristianismo: se casan por la Iglesia, bautizan a sus hijos, organizan su primera comunión, pero a la hora de determinar cómo usan sus recursos, cómo viven su matrimonio, con qué valores educan a sus hijos, Jesús de Nazaret no tiene nada que aportarles.  El Concilio Vaticano II en su “Constitución sobre la Iglesia en el Mundo Actual”, señaló: “El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época” (No. 43).  

Existen hombres y mujeres que amparados en motivos “seudo religiosos” se declaran indiferentes ante las decisiones nacionales, que inciden dramáticamente en las vidas de la mayoría de la población.

Respetemos todas las religiones y la postura de los ateos, pero quien se presente como discípulo de Jesús, que se interese y se comprometa, allí donde se juega lo humano.

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