DESDE LOS TEJADOS
Aquí falta, señores, ¡Ay una voz!

<STRONG>DESDE LOS TEJADOS<BR></STRONG>Aquí falta, señores, ¡Ay una voz!

Hay voces que encaminan pueblos enteros. En la misma Sagrada Escritura, el tema de la voz se repite de un lado a otro. Baste mencionar: “Ojalá hoy escuchen la voz del Señor” (Salmo 95, 7).  Jesús afirma en el evangelio de hoy, Juan 10, 27 -30, “mis ovejas escuchan mi voz”.   Las ovejas escuchan la voz de Jesús, porque es la voz de un pastor creíble. Las ovejas pueden creer en Jesús, porque él mismo se atrevió a vivir su mensaje en una sociedad desalmada, y por eso es un cordero degollado, uno que ha derramado su sangre por las ovejas (Apocalipsis 7, 9. 14-17), probando que “la fidelidad del Señor dura eternamente” (Salmo 99).      

Hace años viví en una sociedad que echaba en falta una voz. Yo tendría 12 años. No recuerdo de dónde era el coro.  ¡Era enorme, conformado por un compacto conjunto de mujeres y hombres, con voces marciales, estremecedoras, rítmicamente acompasadas, cual pencas de palma mecidas por el mismo viento. Fuertes, como si todas las olas del Atlántico rompieran contra el Morro de La Habana, y con la espuma ascendiera su queja ¡hasta el cielo! Era como si todo un pueblo triste se lamentase inconsolablemente: “Aquí falta señores, una voz/ de ese sinsonte cubano/ de ese mártir hermano/ que Martí se llamó/ Pero falta el clarín de mi Cuba,/ pero falta su voz, que se apagó./ Martí no debió de morir/ ¡Ay! De morir/ Si fuera el maestro del día, otro gallo cantaría,/ la patria se salvaría/ y Cuba sería feliz/ ¡ay! muy feliz/.”

Aquí, hay ciudadanos que reclaman  el derecho de vocear su insatisfacción con los partidos y los candidatos. A la hora de votar, ellos quisieran poder votar “por ninguno”. El bosque de banderas de los partidos esconde su desierto de propuestas. 

Escuchen la voz de nuestros obispos en el número 20 en su Mensaje reciente (27 Febrero): “A nivel mundial y entre nosotros los partidos políticos y los políticos han sufrido una notable disminución de estima y confianza. Esto amenaza nuestra democracia y asoman intentos de retornar a tristes sistemas del pasado. Es necesario que los partidos y los políticos recuperen y vivan la dignidad de su quehacer. Para bien de ellos y de los pueblos.”   

El Salmo 95 nos exhorta, “si oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón”.

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