Desde los tejados
Cuando oren digan: ¡Padre!

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>Cuando oren digan: ¡Padre!

Para mucha  gente, orar es un lujo. Tal vez vayan a una iglesia cada domingo, pero eso de abrir su corazón a Dios se lo encuentran raro, propio de personas místicas, que no parecen tocar el suelo cuando caminan.  Mucha gente no ora, porque piensa que nadie le hará caso.

Esto plantea un problema serio, porque los cristianos sabemos que Jesús a veces se pasaba la noche en oración. Más de una vez, al despertarse, temprano en la mañanita, los discípulos salían a buscar a Jesús, y  lo encontraban orando en un lugar retirado.

Jesús se ocupó de que sus discípulos aprendieran a orar, convencido de que la oración es para todos, pues Dios nos escucha siempre. Para Jesús, quien vive, respira; quien cree, ora.

En el Evangelio de hoy (Lucas 11, 1- 13) los discípulos le piden “Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos”.  Jesús les responde: “Cuando oren digan: —¡Padre!”.

Muchos hemos tenido la dicha de conocer la lealtad y la ternura de un padre.

Cuando Jesús llama a Dios “padre” no pretende definir a Dios como varón. Echa mano del término “padre” para iniciar la oración. Así deja claro que lo importante de la oración no es qué clase de persona tú eres, o si perteneces a esta Iglesia o a ninguna, lo importante y fundamental de la oración es que Dios  te quiere como un padre quiere a sus hijos. Un padre ama a su hija,  a su hijo, antes de que nazcan; los espera, se entrega a ellos día tras día, quiere lo mejor para ellos, renuncia a todo con tal que sus hijos sean felices; los perdona, los espera, los acompaña y se duele de sus fracasos y miserias. Con la palabra “padre”, Jesús les sale al paso a nuestras dificultades mayores de la oración.

Pero luego completa magistralmente su razonamiento.  No se queden en la paternidad humana, pues muchos padres son majaderos, ¡pero aún ésos son tiernos con sus hijos!

“Si ustedes, pues que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”    

¿Va a orar? No se asuste de quién  es usted, eso es lo menos importante, alégrese de quién es Dios.

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