Desde los tejados
David, rey astuto; María, creyente

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>David, rey astuto; María, creyente

Con la Navidad encima de nosotros, la Iglesia nos pone a considerar dos figuras: David, un rey astuto, y María, una muchacha creyente.

David aspira, como tantos jefes, a ganar legitimidad con la religión. Por eso, toma la iniciativa de presentarse ante el profeta Natán como un hombre piadoso: “Mira,  yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda” (Lea 2 Samuel 7, 1 – 16).  Natán, sorprendido, responde: “Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo”.

Pero esa noche, el Señor le ordena decirle a David: “¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué…, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. …[un descendiente tuyo] será para mí un hijo…; tu trono permanecerá por siempre”.  Al astuto David, que se autodesigna constructor del templo y quiere tirarse la foto abrazado a Yahvé, Natán lo pone en su sitio: Dios  te sacó de andar correteando detrás de las ovejas para nombrarte jefe de su pueblo. Dios  te dará lo que tú no pides: te edificará una casa, una dinastía que durará por siempre.

El Evangelio de Lucas 1, 26 – 38 trae una historia radicalmente distinta. Ahora la iniciativa parte de Dios. Él envía su mensajero a “una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María”.

Si David estaba lleno de astucia, María está llena de gracia. A David lo bajan de mala manera, restregándole su “carguito” de cuidador de ovejas, a María la exaltan dulcemente anunciándole: “el Señor está contigo… y has encontrado gracia ante Dios”. A la Virgen le anuncian que va a concebir y dará a luz un hijo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre… y su reino no tendrá fin”.   

El que va a nacer no proviene de varón, sino del Espíritu Santo, y se llamará Hijo de Dios. David, que se autopropone para construir el templo para el arca, no lo construirá. María que no pide nada, ¡será el Arca y el templo del Señor!

¿Se le ha hecho tarde para prepararse interiormente para la  Navidad? Rece la oración de la Especialista: ¡hágase en mí según tu palabra!  Luego, sonría con gracia.

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