Desde los tejados
Dios guarda tu puesto en su brigada

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>Dios guarda tu puesto en su brigada

El tiempo de Adviento tiene mucho de preparación y de disponerse.

El heraldo de Isaías 40, citado por Marcos en el comienzo de su Evangelio, nos exhorta: “preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”.

La Navidad no es algo que nosotros fabricamos con foquitos y papeles de regalos, es algo que recibimos.

No es de aquí para allá, sino desde Dios hacia nosotros. No somos nosotros los que vamos, es Él quien viene hasta nosotros. Ante la salvación, sólo podemos anotarnos en su brigada y prepararle el camino.

¿Por dónde pasa ese camino?

Pasa por nuestro corazón, “háblenle al corazón de Jerusalén”. Estos días que tanto llevamos la mano en la cartera, debiéramos  ponerla más en el corazón para reconocer nuestros errores y perdonar los ajenos.

¿Cómo comunicar el mensaje?

Hay que gritarlo para que rompa nuestros esquemas y falsas expectativas: Dios no nos reclama lo que le debemos, ni nos encierra en nuestros pecados. El mensaje es que Dios  se acerca.

En unos días diremos “Aquí está vuestro Dios. Mira, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda”. Durante estos días de Adviento, la Iglesia nos prepara a gritos para que seamos capaces de reconocer “la gloria de Dios” en un niño nacido en un establo. Cuando Dios está lejos, se habla de Él con facilidad, de cerca, escandaliza y cuestiona nuestras agendas e intereses humanos.

Juan Bautista fue un hombre serio y se sentía indigno “de agacharse para desatarle las sandalias”. ¡Nosotros nos presentamos como los dueños y señores de su Navidad!

¿Cómo se prepara el camino?

Levantando los valles, abajando los montes, enderezando lo torcido y nivelando lo escabroso.

Los valles que hay que levantar son los pobres, hundidos en tanto abandono. Hay que levantar la esperanza de esta sociedad sacudida por la crisis financiera, no con falsas promesas, sino con lo que podamos hacer responsablemente entre todos.

Hay que abajar las cúpulas y montes partidistas para buscar consenso. Que se rebajen, de una vez por todas, los irresponsables gastos de campaña, las peleas estériles entre dominicanos en esta pobre aldea. Enderecemos lo torcido con la plomada de la transparencia. Nivelemos el presupuesto con lo que permita a los pobres salir de su pobreza.

Que por nuestro camino puedan acercarse “un cielo nuevo y una tierra nueva”.

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