Desde los tejados
El Mesías como prioridad

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>El Mesías como prioridad

Fue en los 1990.  El Centro Excursionista Loyola y sus amigos acampábamos en el bellísimo Valle del Tetero, luego de un día de marcha. Al día siguiente descansamos: se jugó pelota, nos bañamos en una poza del río bautizada por los muchachos, “La Ballena”.  Al caer la tarde, celebramos la Eucaristía.   Ya para ese momento, los jefes juveniles habían tomado una importante decisión: partiríamos para Agüita Fría adelantándonos al sol. Caminaríamos a campo traviesa, buscando un antiguo atajo en desuso y lleno de malezas. Así nos ahorraríamos el volver a subir al cruce del Tetero y luego enfrentar,  la subida terrible de la Cotorra.

Subir por el atajo significaba caminar ligerito, nada de mochilones que se enredarían en la maleza porfiada. Significaba renunciar a la decena de arroyos de agua fría. Por el atajo no habría ni agua fresca, ni mulos “ambulancia”.

Algunos se fueron por la ruta vieja y conocida. La mayoría subió por el atajo,  enfrentó varios contratiempos, resueltos por los muchachos con gran entereza. Finalmente, ¡llegamos!

En el Evangelio de hoy, Lucas 14, 25  –  33, viendo Jesús que le seguía mucha gente, se volvió y les dijo: «si alguno quiere andar conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.”

Jesús presenta su seguimiento como una prioridad que deja en un segundo plano la familia, sus intereses y lazos, y hasta la propia persona. Nadie debe de meterse a seguir a Jesús sin tener esto claro.

La ciudad de Santo Domingo exhibe profundas excavaciones, comienzos de torres inconclusas, porque sus dueños calcularon mal.  Las tumbas de los millones de muchachos muertos en guerras inútiles, decididas en aire acondicionado, nos aconsejan: “Calcule, hay guerras que mejor es no pelearlas”.

Quien quiera caminar los designios de Dios (Sabiduría 9, 13 – 18) e ir detrás de Jesús por su atajo, que relativice sus relaciones y su propia persona.   No se sigue a Jesús cargado del ego o con intereses, que se enredan y nos hacen tropezar a cada paso.

Para seguir al Mesías que va adelante, lleva buen paso y camina a campo traviesa, ¡hay que seguirlo ligero!

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