DESDE LOS TEJADOS
Enseñando con calma a la multitud

<STRONG>DESDE LOS TEJADOS<BR></STRONG>Enseñando con calma a la multitud

Marcos muestra en el Evangelio de hoy (6, 30 – 34)  a Jesús compadeciéndose de la multitud “porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles con calma”.

Aquí, una minoría comprende las cifras del presupuesto, lo que revelan y esconden y una inmensa mayoría jamás ha leído un presupuesto y cita números solamente cuando discute los averages de los peloteros. 

Cuando Jesús se compadece de la desorientación de la multitud, lo primero que hace es “enseñarla con calma”. Jesús enseñó con autoridad, porque vivía lo que enseñaba. Su enseñanza que brotaba de la experiencia y buscaba que esa multitud pueda orientarse. Ningún pastor se pone a caminar en lugar de sus ovejas. Jesús jamás pretendió ahorrarle a la multitud la pena y la lucha de vivir la vida, sino que se esforzó por darles una orientación, una meta.

El pasado 7 de julio, en su Encíclica “Caritas in Veritate”, nuestro pastor Benedicto XVI trazó, entre otras, esta meta: “es de desear que haya mayor atención y participación en la res publica por parte de los ciudadanos.” (Nro. 24).

Sin duda que el Papa se refiere a todos los ciudadanos, y entre nosotros, esto atañe a la mayoría pobre.

A los que nos toca orientar, ¿qué debemos enseñar con calma, especialmente a la multitud?

Enseñemos con razones y así estaremos reconociendo que las multitudes pueden aprender y pensar con su propia cabeza. Enseñar, no es poner al pueblo a corear consignas, ni embrutecerlo con una propaganda cara y necia, pagada con recursos de dudosa proveniencia.

Nos toca enseñar, que una República Dominicana más humana, justa, y ordenada, sólo se construirá con los sacrificios de las mayorías. Nadie se la va sacar de su manga. Señalemos los derechos, y no menos, los deberes. Convenzamos a todos que el desarrollo empieza en la familia, la escuela, el vecindario y el medio ambiente.

Tenemos que enseñar, al estilo de Benedicto XVI, buscando la verdad, sirviendo a la verdad para no ilusionarnos con soluciones inmediatas, ni resolver las necesidades  presentes, hipotecando nuestro futuro y soberanía con deudas y préstamos impagables.

Nuestra enseñanza calmada ha de suscitar, la participación lúcida y responsable de la multitud en la vida pública, y la formación que la posibilita.

Enseñemos como Jesús, dispuestos a aprender de la multitud.

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