DESDE LOS TEJADOS
La esperanza a la que nos llama

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Todos los que ponemos nuestro granito de arena en la construcción de una sociedad “sana y digna” en República Dominicana hemos de mantener viva la esperanza. Hace poco, nuestros obispos nos precavían contra la desesperación: “Leyendo la crónica diaria de nuestras veleidades, desvaríos y delitos, corremos el peligro de creer que todo está perdido. A una minoría insensata y desalmada no hay que confundirla con la totalidad.” (Mensaje, 27 – II – 10, No. 8).

En la segunda lectura de hoy, Pablo ora para que, “Dios, el Padre del Señor nuestro Jesucristo, les dé espíritu de sabiduría y elevación para conocerlo. Ilumine los ojos de su corazón para que comprendan cuál es la esperanza a la que los llama” (Efesios 1, 17 – 23).

Al principio de la campaña, los obispos expresaban esta esperanza: “sería reconfortante y promisorio constatar en las próximas elecciones el inicio de esa deseada recuperación de la dignidad de los partidos y de los políticos. (No. 22).

Lamentablemente, esa esperanza fue frustrada.

Y sin embargo, nuestros obispos nos han invitado a combatir el pesimismo.  “Al dar paso al pesimismo, olvidamos las grandes virtudes de las mayorías, de tantas madres heroicas que con generosidad y sabiduría inefable han logrado hacer de sus hogares familias ejemplares; de tantos jóvenes que en medio de enormes dificultades, hacen esfuerzos increíbles por prepararse excelentemente en las distintas universidades y sueñan con contribuir a una patria mejor a impulso de nobles ideales; de muchos empresarios que se afanan con alto espíritu social en crear nuevos empleos como el medio más eficaz de combatir la pobreza; de abnegados maestros que sacrifican sus vidas con el deseo de educar a nuestra juventud; de tantas iniciativas a favor de nuestras clases pobres y marginadas; de médicos, olvidados de sí mismos, que atienden gratuitamente a los más menesterosos con la misma solicitud que a los más poderosos, sin buscar beneficios económicos en el ejercicio de su competencia; de tantos dominicanos íntegros e insobornables que no demandan por sus servicios comisiones ni admiten gratificaciones. Nunca olvidemos que tristemente en nuestra cultura de la información la virtud no tiene prensa; morbosamente el delito y la infamia son noticia con alta acogida.”

Hoy votamos y nos esforzamos con la esperanza de que estos valores encuentren algún día una expresión partidista sana y digna.

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