Desde los tejados
La justicia y la paz se dan la mano y se besan

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>La justicia y la paz se dan la mano y se besan

Visitantes y ciudadanos disfrutamos de la paz dominicana. Es cierto que la delincuencia y el desorden creciente han sembrando el miedo en la ciudadanía,  pero aquí todavía las niñas patinan en las aceras y los “tígueres” juegan pelota en medio de la calle.

El salmo 84, nos enseña que “la justicia y la paz se besan”. El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia (CDSI), en su número 494, nos alecciona:

“La paz no es simplemente ausencia de guerra, ni siquiera un equilibrio estable entre fuerzas adversas (Vaticano II, Gaudium et Spes, No. 78), sino que se funda en una correcta concepción de la persona humana (JP II, Centesimus annus, 51) y requiere la edificación de un orden según la justicia y la caridad.”

Nos asusta el creciente calentamiento global: el nivel del mar subirá varios metros, cuando se derritan las toneladas de hielo de los polos. ¿Y el calentamiento social, no debiera preocuparnos a los que vivimos en República Domincana? ¿Hasta dónde subirá el nivel de la indignación de las masas, el día que un caudillo las enardezca con promesas quiméricas, sobre derechos reales hasta ahora negados?

Sigo citando el CDSI: “La paz peligra cuando al ser humano no se le reconoce aquello que le es debido en cuanto ser humano, cuando no se respeta su dignidad y cuando la convivencia no está orientada hacia el bien común.”

Sin ánimo de alarmar, pienso que la paz peligra entre nosotros, porque los derechos más elementales de media República Dominicana no son satisfechos. Lo preocupante es que todavía no exista un acuerdo mínimo entre las fuerzas vivas de la nación acerca de los principales problemas a resolver y los pasos a dar.

Es injusto exigir de nuestros líderes que caminen sobre las aguas tormentosas, pero es su obligación consensuar un rumbo para el timón, mantenerlo y exigir que cada cual reme con todas sus fuerzas en bien de todos. Los obispos dominicanos escribieron en el 2006: “el poder público está subordinado [al] bien común y no al revés, el bien común al Poder Público”. ¡Ayer necesitábamos una agenda mínima!

Sugiero esta frase para resumir mi artículo: Urge una agenda mínima.

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