Desde los tejados
La ruta clara de Tomás hacia la fe

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>La ruta clara de Tomás hacia la fe

Los católicos a veces ignoramos las barreras que deben saltar los no creyentes para llegar hasta nosotros. Tal y como lo plantea el Evangelio de Juan 20, 19 al 31, los cristianos nos presentamos en sociedad como una comunidad donde se vive la paz.

Creemos ser una comunidad donde el Señor siempre interviene para vencer nuestros miedos y darnos el Espíritu Santo para enviarnos en misión.

Finalmente, experimentamos que a nuestra comunidad se le ha confiado  un perdón misericordioso, que permite comenzar de nuevo en la vida, rompiendo los dinamismos del fracaso aplastante y la  venganza aprisionante.

Ante estas pretensiones extraordinarias sobre nuestra comunidad, también nosotros nos encontramos con hombres y mujeres como Tomás, que exigen ver para creer.

Tomás no aceptó el testimonio de sus condiscípulos, sino que planteó sus exigencias al igual que mucha gente hoy en día: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”.

Las peleas por cuestiones religiosas no fabrican creyentes.  ¡Cuántas limitaciones humanas en nuestra Iglesia! Y también, ¡qué significativos los creyentes que sirven y cómo ayudan a desmontar prejuicios! También hoy en día se puede tomar la indiscutible y clara ruta de Tomás hasta la fe. Usted puede ver las señales de los clavos en las manos de cristianos y cristianas, voluntarios en los cinco continentes.

Son manos taladradas de tanto servir en situaciones humanas de abandono,  enfermedad e ignorancia. 

Si se dedica a buscarlos, usted encontrará cristianos de primera,  que le ayudarán a meter su dedo en el agujero que dejó el clavo de la violencia moral o física, y ahora se va curando, y se va llenando de carne nueva.

Traiga su mano para meterla en la herida de la irresponsabilidad.

Hay cristianos que cada día se adentran en esa herida sangrante que dejan la injusticia y la apatía, y reúnen Canillitas con Don Bosco, y educan con Fe y Alegría, y se hacen amigos de los niños sin hogar para que no sean de la calle sino del Camino.

Quien cree sin ver es más dichoso, pero usted, meta su mano, palpe y saque sus propias conclusiones. Luego, si le convence, crea.

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