DESDE LOS TEJADOS
Necesitar y merecer amor

<STRONG>DESDE LOS TEJADOS<BR></STRONG>Necesitar y merecer amor

Nos topamos con gente exitosa a cada paso. Alcanzaron esas metas gracias a la ayuda de otros, pero no menos, por su disciplina, constancia y organización.

Todos los que hemos logrado algo, pensamos que somos merecedores del reconocimiento,  y del amor de las demás personas, y sin embargo, ¡nosotros  necesitamos más amor del que merecemos!   

Todos esos logros, esfuerzos y éxitos mencionados, se pueden convertir en un esquema que nos autojustique. Pablo llama a ese esquema, “la ley”. Ella nos transmite una visión errónea de nosotros mismos.  La ley nos engaña, porque si hemos logrado mucho, también nos hemos quedado cortos a la hora de amar y de tomar en consideración a los demás. Hemos fallado muchas veces, hiriendo a otros con nuestra violencia, nuestra indiferencia o desconsideración. Familia, sociedad, profesión, convicciones personales y religión nos marcan muchas pautas, todo eso es “la Ley”, pero si somos sinceros, hemos de reconocer que no la cumplimos.

En la Carta a los Gálatas (2, 16- 21), Pablo afirma: “el hombre (la mujer) no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús”.  Es decir, lo que nos coloca en la relación debida con Dios y los demás, no son nuestros esfuerzos, ni nuestros esquemas operativos, que siempre se quedan cortos, lo que nos coloca en la relación debida con Dios y las demás personas es la fe.

Fe es creer, y creer es fiarse del amor de Dios. Siempre la fe será  una aventura, porque todo el que cree se apoya en un amor y un perdón mayores que los merecidos.

En el evangelio de hoy,  Lucas 7, 36 – 8,3 vemos a un fariseo y a una mujer pecadora. El fariseo recibió a Jesús correctamente, pero se quedó en la fría corrección. Tal vez pensó que merecía la visita de Jesús a su casa. En cambio, la pecadora mostró su agradecimiento a Jesús lavando sus pies con sus lágrimas, secándolos con su pelo, besándolo, ungiendo su cabeza con ungüento. Ella era consciente de haber recibido un  amor mayor que el merecido por ella.

Mucha gente “exitosa”, a veces sopesa si le hará el favor a Jesús de creer en él. Otros le agradecemos al Señor un amor que necesitamos y recibimos de gratis,  un amor mucho mayor del que merecemos.

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