Desde los tejados
Se curan cristianos de la orillita

<STRONG>Desde los tejados</STRONG><BR>Se curan cristianos de la orillita

¿Quién no ha simpatizado con Jesús de Nazaret?  Un hombre tan coherente entusiasma a cualquiera. A veces, nos habremos sorprendido a nosotros mismos, discutiendo apasionadamente sobre Jesús y sus planteamientos. Así le pasó a Simón Pedro.

Una cosa era haber oído hablar sobre Jesús, y otra, verlo subirse en su propia barca para desde allí enseñar a la gente.  Así lo narra el Evangelio de hoy (Lucas 5, 1-11). Pedro se hinchó, ¡Jesús en su barca!

Terminada la prédica, Pedro escuchó la propuesta que ha cambiado muchas vidas: “Rema mar adentro, y echa las redes para pescar”.  La proposición encontró reservas en Pedro. La orilla del lago donde Jesús predicaba era también la orilla del fracaso de Pedro y sus compañeros la noche anterior: no habían “cogido nada”.

Pedro se fió de Jesús: “por tu palabra, echaré las redes”. Luego vino  el signo, la redada enorme de peces que los puso a llamar a los pescadores de las otras barcas.

Todo esto era demasiado para Pedro. Se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. Pedro siente que está experimentando algo que lo supera y revela sus limitaciones. Se declara pecador. El temor se apodera de él y de los que estaban con él.

Jesús le dijo: “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”.

El cristianismo de muchos cristianos de América Latina es un cristianismo de la “orillita”. En la orilla se ve el fondo del lago y hasta se da pie. En la orilla se baña la mayoría, con sus prejuicios y posturas conocidas. Muchos se han acomodado en la seguridad de la orilla, con un cristianismo de cumplimiento fiel y rutinario. “No me metan en más cosas”.

Pero ahí está el llamado del Señor: ¡rema mar adentro! Nuestro “mar adentro” será participar en nuestra parroquia, hacer un cursillo, un retiro, una experiencia de oración, meditar la Palabra, entrar en el “cara a cara”, donde no se ve el fondo. Mar adentro será asociarse con otros para intentar transformar esta tierra nuestra.

Pero el verdadero desafío no viene de nuestra poca fe en el Señor, que nos impide remar mar adentro, el verdadero desafío viene de la sorprendente fe del Señor en Pedro y en nosotros: “desde hoy serás pescador de hombres”.

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