Desde los tejados
Si acaso oyes esa voz dentro de ti

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>Si acaso oyes esa voz dentro de ti

Hay una experiencia entre creyentes que es única. Esta vez no se trata de oír un mensaje, sino de experimentar un sentimiento y una convicción profunda: alguien te ha llamado por tu nombre, allá adentro, sin necesitar pronunciarlo, porque tu nombre está escrito en su corazón desde siempre y comprende mejor que tú las dimensiones más recónditas de tu persona, lo que esperas y ansías en esta vida y la otra.

Esa llamada proviene de un conocimiento tan fundamental que de él fluye ese ser que eres.

No es que el Señor se sabe tu nombre, es que ¡tú eres y tienes un nombre, porque el Señor se lo sabe! Tal y como los niños aprenden su nombre escuchándolo de labios de sus padres, con los rostros pegados, frente contra frente, en la Iglesia, vamos aprendiendo hasta dónde alcanza nuestro nombre escuchándolo en labios del Señor, mientras vamos caminando la  amistad que Él nos ofrece.

Jesús  de Nazaret expresó así esta experiencia: “Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre…” (Juan 10, 14 – 15).

Vivimos en una sociedad masiva y tramposa.  Por eso, la gente se cuida muy bien a la hora de dar su celular y su tarjeta de crédito,  o poner por escrito dónde vive, dónde trabaja. La gente se protege, escondiéndose en el anonimato.  Juan presenta a Jesús, como uno que nos conoce y no se queda en el anonimato de la distancia prudente para no meterse en problemas. Jesús conoce para “dar su vida”.

El interés de Jesús por nosotros no es el de un cuidador de ovejas asalariado, sino el amor sincero de “el buen pastor que da su vida por las ovejas”.

Hoy la Iglesia entera ora porque los cristianos y cristianas que sientan la vocación al sacerdocio y la vida consagrada respondan con una respuesta libre, a la libre iniciativa de Dios, como lo plantea Benedicto XVI en su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.

Si acaso oyes esa voz dentro de ti, llamándote para entregar la vida libremente, para servir y anunciar de mil maneras la  Buena Noticia, responde con confianza, nadie te invitará a una vida más dichosa.

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