DESDE LOS TEJADOS
Trinidad y su pueblo de aprendices

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En el Evangelio del día de hoy, solemnidad de la Santísima Trinidad (Mateo 28, 16 -20) Jesús envía a sus discípulos: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.” Jesús encarga a sus seguidores de ir reuniendo a un pueblo de aprendices para aprender que Dios  es Uno y es Trinidad,  Padre, Hijo y Espíritu Santo.  

Adorando al Padre, adoramos al Principio sin principio que nos ha creado por amor. Los antiguos sabían cuánto nos supera Dios, por eso decían “nadie puede ver el rostro de Dios y vivir” (Éxodo 33 ,20). Pero, Dios  estableció una alianza con Israel, e Israel comprendió que su vida dependía precisamente de ese conocimiento. Hoy proclamamos: “¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?”  (Deuteronomio 4- 32-34-39-40).   Adorando al Padre, adoramos a Aquél que es la fuente generosa de la vida, y nos alegramos de su cercanía amorosa que nos hace vivir. Los aprendices aprendemos que el Padre es tan generoso, que no damos para captar lo cerca que está y cuánto nos quiere.

Adorando al Hijo, adoramos a la Palabra de Dios en la cual el Padre se expresa plenamente. El Hijo es tan radicalmente la Palabra del Padre, que después de esa Palabra, el Padre no quiere decir más nada. Este Hijo, Palabra en la cual el Padre de inmensidad insondable se expresa, también es divino, pues de otro modo, no pudiera expresar plenamente al Padre. Los cristianos creemos así acerca de Dios [el Padre] y de Jesús: “A Dios nadie lo vió jamás, el Hijo único…nos lo ha dado a conocer” (Juan 1, 18).  Los aprendices hemos conocido a Dios en un hombre, porque Dios se revela encarnándose y escondiéndose.    Adorando al Espíritu, adoramos a Ése que procede del Padre y del Hijo y cómo nos hace capaces de amar al Padre y al Hijo, Él mismo es Señor y dador de vida.

Dios es Uno, no porque esté solo, sino porque la comunicación de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu es tan absoluta, que por amor, Dios es Uno, Único y Trinidad.

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