Desde los tejados
Un Mesías fiable: ¡a lomo de burro!

<STRONG>Desde los tejados<BR></STRONG>Un Mesías fiable: ¡a lomo de burro!

Para mucha gente, la Semana Santa, ni es semana, ni es santa. La liturgia del Domingo de Ramos nos introduce en el mesianismo de Jesús de Nazaret, por lo menos por tres caminos diferentes.

Primero, antes de la procesión de los ramos, escuchará el Evangelio de Marcos 11, 1- 10.  El evangelista narra la entrada de Jesús en Jerusalén y cómo la gente  “con ramas cortadas en el campo gritaban: –¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Viva el Altísimo! Jesús despertó una gran esperanza en las multitudes de la Galilea y de Judea, sometidas desde el 63 a.C. al férreo poder imperial romano.

Algunos esperaron que “el fuera el liberador de Israel” (Lucas 24, 21). Jesús dejó que la gente expresara su esperanza, pero al entrar en Jerusalén montado en un borrico, marcó esas esperanzas con su estilo. No entró como los militares romanos cabalgando un brioso caballo blanco, sino en un animal manso, servidor obligado de las tareas cotidianas.

Segundo, la lectura del libro del profeta Isaías 50, 4 – 7, relee los padecimientos de Jesús como su capacitación “para saber decir al abatido una palabra de aliento”. Nada desanima tanto a la gente honrada como sentirse abandonada por Dios mismo.  Jesús puede alentar y ayudar a todos (Hebreos 2,18), porque él también experimentó el abandono de Dios. Así lo relatan Marcos y Mateo,  poniendo en labios de Jesús el comienzo del Salmo 21 (22 en la Biblia hebrea), “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Jesús también soportó la burla de los criminales, “Acudió al Señor, que le ponga a salvo; que lo libre si tanto le quiere” (Salmo 21, 9).

Tercero, si usted asiste a su parroquia este Domingo de Ramos, al escuchar la pasión según San Marcos 14, 1 a 15, 47), se le abrirá una puerta excelente para empezar a comprender al Dios en quien creemos.

En ese Jesús, traicionado, condenado y crucificado, Dios revela a su Mesías fiable: uno que no se salva donde la humanidad se pierde.

Somos cristianos, porque Jesús fue fiel hasta el final y porque Dios le fue fiel hasta en la muerte. Reúnase con su comunidad, ¡esto hay que celebrarlo!

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