DESDE LOS TEJADOS
Varón, mujer, ¿amor y sometimiento?

<STRONG>DESDE LOS TEJADOS<BR></STRONG>Varón, mujer, ¿amor y sometimiento?

La segunda lectura de hoy (Efesios 5, 21-32) encenderá el debate: “Sean sumisos  unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia… como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos. Maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella para consagrarla…”.

Mis comentarios se apoyan en las notas de la Biblia de Nuestro Pueblo, una reciente y prestigiosa edición de la Biblia.

Una lectura superficial del texto puede causar “perplejidad e irritación,”  sobre todo en las lectoras de hoy en día. ¿Al hombre se le pide amor y a la mujer sometimiento?

“En primer lugar, Pablo no está convirtiendo en ‘palabra de Dios’ los condicionamientos culturales de su tiempo, que eran también suyos… Es más, si el apóstol hubiera vivido hoy, seguramente hubiera sido un entusiasta  defensor de los derechos de la mujer y ciertamente no hubiera usado el término ‘someterse’.”

Segundo, “el apóstol no está dando consejos de ‘convivencia matrimonial’.  El tema que le interesa a Pablo es la salvación. Pablo ve en la unión matrimonial entre el esposo y la esposa un símbolo del amor de Cristo a la Iglesia. Pero, ¡atención!,  el amor entre Cristo y la Iglesia no sigue el modelo del amor conyugal que se vivía en tiempos de Pablo, ¡es el amor conyugal el que está llamado a ser símbolo y presencia sacramental del amor sacrificado de Cristo por su Iglesia!

Contemplando al marido y la mujer unidos en una sola carne, Pablo encuentra allí un magnífico símbolo del amor de Cristo a su Iglesia.

Pablo nos transmite una “palabra revolucionaria que desmonta, supera y condena todo modelo cultural humano de matrimonio que establezca o sancione la desigualdad entre los cónyuges, comenzando por el modelo cultural del mismo Pablo”.

Pienso que en un mundo empedernidadmente machista, la libertad de las cristianas emancipadas (Gálatas 3, 28 – 29)  podía escandalizar.

Pablo las exhorta: denle su lugar al marido, no como a un amo abusador, sino como a Cristo. Pablo no apoya la tiranía de ningún marido. ¡Les toca entregarse como Cristo se entregó por la Iglesia!

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