En una buena parte del mundo hay gran descontento con el estado de cosas, las gentes azuzadas por intereses ex nacionales o por los nacionales han recurrido a la violencia, creando una situación que nuestra generación no había tenido que sufrir. Comenzando por Iraq donde el derrocamiento de Hussein y las medidas subsiguientes desestabilizaron el país y continuando por Afganistán, donde primero los rusos y luego los estadounidenses intentaron poner pica, resultando dos guerras de las que solo se puede hablar en términos de muertos y despilfarro de millonadas de dinero.
Siria que por generaciones ha sido sometida al férreo yugo de los Al Assad, aliados tradicionales de los rusos; patriotas movidos por la Primavera Árabe, se levantaron contra la dictadura siria pero, aparentemente, sin suficiente apoyo militar para derrocarla. Así, Siria ha caído en una lucha de desgaste en la que ninguna de las partes puede derrotar a la otra. Este caldo de cultivo ha sido fecundo para que un grupo se haya constituido en el Estado Islámico designándose como Califato, una especie de vaticano musulmán. Al parecer luchan por el poder: los Al-Asad, los patriotas o rebeldes divididos en varias facciones, el Estado Islámico y sus padrinos en una costosa y confusa contienda, cuyo final parece lejos. Consecuencia de esta catastrófica y fratricida guerra ha sido la emigración de millones de personas que buscan desesperadamente auxilio en los países vecinos y la Unión Europea.
A otro nivel se encuentra España, reino en el cual la indignación de numerosas personas, las llevó a concentrarse en la Plaza del Sol de Madrid. Posteriormente, se constituyeron en un partido que ha terciado en las elecciones. El efecto de los “indignados” no ha sido suficiente para obtener mayoría simple en las Cortes Españolas pero sí, para que ningún otro la obtenga, con el aparente agravante que los sentimientos de unos y otros son tan dispares y definidos que no logran alcanzar alianzas y votos suficientes y formar gobierno. La inconformidad creada por la situación económica española ha avivado el deseo de separación de Cataluña, si lo lograra, probablemente los Vascos también insistirían en la secesión.
La crisis económica y migratoria europea ha propiciado mucha tensión entre los países de la Unión, Inglaterra está solicitando condiciones especiales para mantenerse en ella. De materializarse la salida del Reino Unido, probablemente, contribuiría a empeorar el estado de cosas de la Unión Europea e inspirar futuros fraccionamientos. Internamente, la Gran Bretaña luce que entraría en problemas puesto que está constituida por: ingleses, escoceses y galos; los escoceses han manifestados su deseo de mantenerse en la Unión, es posible, pues, que si los escoceses se mantuvieran en la Unión Europea, la Gran Bretaña desaparecería como tal.
El descontento parece haber alcanzado las costas de los Estados Unidos de América, donde republicanos y demócratas libran batallas sin precedentes. En el Partido Republicano la situación se hace más evidente pues la aparición del precandidato Donald Trump ha inaugurado un estilo con pronunciamientos que lo enfrentan con la cúpula de su partido, con grandes grupos étnicos y religiosos. Aunque analistas políticos, prensa y opositores vienen vaticinando la caída de su candidatura, ésta continúa concitando el voto de las bases del partido y el señor Trump sigue al frente. Este fenómeno se atribuye al sentimiento “anti-establishment” de los ciudadanos estadounidenses derivado de lo que se ve como el empantanamiento de Washington que da una impresión de inacción, real o virtual, de la cual el votante está más que saturado, “jarto” en buen dominicano. En el partido demócrata ocurre lo mismo a menor escala pero la aparición y discurso del señor Sanders, también deja entrever la frustración del pueblo.
Hacia el sur, Venezuela está varada en un marasmo que la empobrece día a día, donde gobierno y oposición tercian por hacer prevaler sus filosofías, en un tira y hala que no conduce a ningún sitio, mientras el pueblo sufre las más agudas escaseces que contrastan con las posibilidades de un país rico y solidario. Brasil, por otra parte, está pasando por un período convulso, de crisis política, que podría dar al traste con el gobierno de su presidenta, Dilma Rousseff, debido a alegatos de corrupción de ella, su predecesor y mentor el expresidente Lula da Silva. Argentina acaba de inaugurar gobierno, con un presidente que encuentra la fuerte oposición de su Congraso.
Aquí todo está bien, aunque las clasificadoras nos dan calificaciones más bajas que la gran mayoría de los países citados.