Desde mi celda, con amor

Desde mi celda, con amor

“Dios me utilizó como instrumento divino para dar un ejemplo al mundo sobre la importancia de educar y proteger adecuadamente a los niños. Soy un enviado del señor….”.

No se equivoquen lectores; eso no lo escribió Mario José Redondo Llenas; me lo inventé como forma de ilustrar algo que podría escribir en un portal digital un asesino que envolvió como andullo a un niño y lo rellenó de puñaladas.

En nombre de la “libertad de expresión y difusión del pensamiento” y la declaración de los derechos humanos, se está postulando a favor de que un asesino publique artículos en internet. El debate se fundamenta en que, si con la pena máxima, conserva la libertad de difundir sus ideas en la sociedad.

Soy partidario de garantizarle dentro de la cárcel su  libertad de expresión; puede escribir todo lo que desee para compartir con sus compañeros; debe proveérsele de  papel y lápiz para que inunde su celda de todo lo que desee escribir y permitirle que lo disfrute y conserve con él durante los años que le quedan de reclusión.

Cuando salga, que lo envíe a quien quiera y como quiera, que lo publique en mil portales o periódicos, pero en este momento nada proveniente de él puede considerarse saludable para la sociedad porque ella decidió encerrarlo por 30 años.

No es fantasía o filosofía; es un hecho, que si me escuchan fuera de la cárcel, estoy  libre y la escritura es incuestionablemente una forma de expresión.

Las expresiones de un asesino deben quedar confinadas a su celda hasta que esté libre.

Que no quepa duda, si me leen, estoy en la calle. 

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