En esta ocasión fui al estreno de la nueva compañía de teatro de Casa de Teatro. Un montaje de Angel Haché que deslumbra por la sencillez con que se manejan los distintos cuadros y que permite que los diálogos sean los verdaderos protagonistas de la obra.

Ocupé un asiento de la pequeña sala junto al autor de la misma, Pedro Antonio Valdez, quien para nuestra sorpresa se reía constantemente del ingenio con que los actores se movían en el escenario y la peculiaridad con que gestualizaban sus palabras.

Lo sabido es que Paradise, que fue ganadora de una mención de honor en el premio de dramaturgia de Casa de Teatro en el 1997, cuenta la historia de “Adán y Eva, expulsados del paraíso”. Pero la verdad es que muchas otras historias están contenidas en esta pieza en la que los actores representan a unos nuevos hombres y mujeres cuya vida transcurre en un lugar tan paradisíaco como Santo Domingo, de donde son expulsados, al paraíso mayor, que es Nueva York.

Ahí se representan el eterno tándem del bien y el mal. Solo que los males y el bien que representa es a modernidad, la lucha contra la pobreza, la búsqueda de la riqueza, las drogas…

Todo delante de una historia de amor en la que una pareja se ve constantemente llamada a la bondad por un dios que perdona y da oportunidades y un diablo que no ceja en su deseo de hacer incumplir los deseos de su archienemigo.

Y, con mucha música (bachata, rap, blues y palos) original de Carlos Jansen con letras del mismo autor.

Volvemos a decir que es una comedia ligera, nada aspavientosa y que nos mueve a reflexionar una vez más sobre si dejarse embriagar –o no- por el deseo de vivir el “american dream”.