En oposición a la ópera seria, el bufo utiliza personajes comunes, gente del pueblo. Este género inició como un entremés breve, que servía de entretenimiento entre los actos de una obra mayor. Con el tiempo cobró autonomía en manos de músicos como Scarlatti. La ópera seria dio lugar a la ópera semiseria o drama jocoso. La ópera más importante de Mozart y del barroco, Don Giovanni, se subtitulaba dramma giocoso. En España se dio una variante del bufo La tonadilla escénica. El canto florido del barroco y el tamaño de las salas impusieron una reforma en la vocalidad, basada en la escuela napolitana. Nace el cantante de ópera.
El castrati, palabra que designa a los cantantes varones sometidos a la castración antes de la pubertad para preservar el registro vocal de soprano o contralto, surge ante la prohibición a las mujeres de participar en espectáculos; sin embargo, el origen de esta práctica se remonta al siglo IV. Sus registros agudos provocaban admiración en el público barroco. Con el castrati nace el concepto de divo, la divinización del cantante. El más famoso castrati fue Farinelli.