En ocasiones, al volar en helicóptero sobre el Gran Santo Domingo, contemplo, desde la altura, la notable transformación que esta ciudad ha experimentado Al divisar semejante espectáculo, que me permite comparar a nuestra ciudad Capital con otras importantes ciudades del mundo, me digo para mis adentros, caramba, helo ahí, lo hemos logrado: el Nueva York chiquito. ( Citas extraídas del discurso presidencial en la Asamblea Nacional del pasado 27 de Febrero).
¿Qué no se observa desde un helicóptero?
– Cuando llueve en la escuela la maestra nos dice que nos pongamos todos en el medio del curso para que no nos mojemos porque no hay ventanas.
– Niños, niñas y adolescentes que reciben docencia en patios, callejones, enramadas y aceras a la intemperie.
– Centros educativos como el Liceo Félix Peña, de Haina, con 18 años sin local. Cuatro secciones del 1ero. de bachillerato con más de 50 estudiantes c/u reciben docencia en un salón de actos sin divisiones.
– Las inundaciones de calles y callejones cuando llueve con agua hasta las rodillas en la moderna Santo Domingo.
– Niños y niñas que salen desde las 6:00 a.m. a vender dulces, maní, huevos sancochados, helados en barrios y comunidades.
– El mal olor de las aguas negras presentes en cañadas y callejones de barrios urbano-marginales.
– La salida a recreo de estudiantes a sus hogares en muchas comunidades porque no hay baños en la escuela o las letrinas están averiadas.
– El hacinamiento y la oscuridad de vivir en cuarterías donde se cocina, se lava y se duerme en un mismo cuarto.
– Motoconchos con personas acostadas colgando de su parte trasera porque no aparece una ambulancia.
– Maestros y maestras que residen en viviendas con pisos de tierra, paredes de madera y letrinas porque ganan un salario de miseria.
– Envejecientes de más de 75 años recogiendo botellas, cartones en la ciudad o trabajando como echa días en el campo porque no cuentan con un Estado que garantice su derecho a pensión.
– Vertederos en los municipios con mujeres, niños, niñas y envejecientes recogiendo objetos, cartón, plásticos para vender y así conseguir unos pesos para comer.
– El abandono del campesinado dominicano sin apoyo del Estado para su producción y colocación de mercado.
– La modernidad y el apego a la justicia presente en los intercambios de disparos que día a día dejan sin vida a supuestos delincuentes. Con permanentes confusiones como la ocurrida recientemente con Miriam Cruz.
– Los macanazos que propina la policía en cuarteles, redadas y a toda mujer u hombre que intente realizar protestas. Métodos modernos dignos de una auténtica democracia.