No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos. Colosenses 3: 9
Con qué facilidad mentimos. No tenemos que pensarlo para hacerlo; es algo tan espontáneo que sorprende a todos, menos a Jesús, porque Él conoce lo más profundo de nuestros pensamientos. Por eso Jesús, antes de que Pedro mintiera se lo hizo saber, y aun cuando había escuchado de la boca de Jesús que antes que el gallo cantara lo negaría, lo hizo tan natural que lo negó tres veces y ni cuenta se dio.
Así mismo mentimos nosotros. Hacemos de esto un hábito, dejando de hablar la verdad por la mentira, ya que esta nos hace quedar bien delante de los demás y evitamos ser confrontados ante lo indebido.
Pero toda mentira será descubierta y sacada a la luz por el Padre que está en los Cielos, el cual la aborrece. Nos dio al Espíritu Santo, quien testifica de ello y la expone delante de los demás. Mas si hemos recibido a Cristo como nuestro Señor, dando por hecho que hemos sido despojados del viejo hombre, dejemos de hablar la mentira y proclamemos la verdad.