Resucitar presa de Madrigal sería error político, técnico, social y económico
Para edificación de mis lectores me voy permitir publicar, pero con toques modernos, algunos extractos de un artículo que escribí el 13 de enero de 1983 en el verpertino Última Hora acerca de la viabilidad del proyecto de la presa de Madrigal para enviar agua a las sedientas e insaciables redes de tuberías de las ciudad de Santo Domingo.
Aquella vez, hace 38 años, escribía que el proyecto entrañaba una serie de imponderables que convertirían en la inversión mas desastrosa, que se podría reflejar por años en la economía del país.
Esa vez escribí: “El préstamo de $150 millones de dólares obtenido de las fuentes crediticias del Banco Interamericano de Desarrollo, después de varios años de estudios, tiene la contrapartida dominicana de cien millones de pesos y contempla, aparte de la construcción de la presa y de la línea matriz de aducción de 8 pies de diámetro, la corrección de fugas de las redes de distribución de la ciudad, reemplazo de tuberías muy viejas e instalación de medidores de agua que desde ya están creando protestas de los clientes por las falsas lecturas que arrojan”.
“En la actualidad (1983) la capital recibe de sus distintas fuentes de abastecimiento unos 120 millones de galones de agua, equivalentes a unos 6 metros cúbicos por segundo.
El grueso de ese aporte proviene del sistema Haina-Manoguayabo y del Mata Mamón y Los Malenos, ambos impulsados por bombeo. El resto del agua proviene de las fuentes de la Catalina, Isa-Mana y el Duey, La Isabela y diversos pozos sectoriales que aportan su cuota dependiendo del suministro de energía y del nivel freático del agua subterránea”.
“Con la presa de Madrigal se contempla enviar a la ciudad unos cien millones de galones de agua regulado el río Haina con la presa para que aporte unos cinco metros cúbicos requeridos.
Tal volumen se estima que llegará por gravedad a las redes de distribución”. Es aquí donde radica la primera traba para el proyecto de Madrigal o de Haina como se le ha rebautizado por aquellos perredeístas de ayer y ahora maquillados perremeístas que siempre vuelven por sus sueños pasados.
Y esa traba viene determinada por razones técnicas de mucho peso teniendo en cuenta el perfil topográfico, pérdidas por rugosidad, volumen del embalse, diferencia entre las cotas del embalse y cotas de la ciudad capital ahora inundada de edificios que superan los 15 pisos.
El agua no llegará por gravedad a la Capital durante todo el año, tan solo algún tiempo y por algunos días.
Esto exigirá un bombeo permanente desde la toma en la presa si es que el embalse tiene suficiente agua para enviarla a la Capital.
El bombeo desde la presa para que el agua llegue a la Capital elevará el costo del agua por las nubes por el valor de la electricidad y otros costos para potabilizar y sanear el agua procedente de una cuenca altamente contaminada por la gran población que existe en Villa Altagracia y sus satélites poblacionales de la vecindad desde La Cumbre hasta Pedro Brand.
Hasta ahora, el agua que se envía desde la presa de Valdesia por dos tuberías de 67 pulgadas de diámetro, es suficiente si no fuera por la enorme cantidad de fugas que experimentan las redes de distribución así como el desperdicio domiciliario como parte de las costumbres del usuario hogareño en toda el área de la Capital, ya de tres millones de habitantes y algo más.
Además las otras fuentes originales hacen su aporte como la barrera de salinidad y asegura el agua para la zona oriental.
Resucitar la presa de Madrigal ahora de Haina sería un tremendo error político, técnico, social y económico.
Las consecuencias sociales serían funestas para el país para pretender reubicar millares de familias de la zona del embalse y de la cuenca donde los moradores de años y las industrias de la zona tienen mucho tiempo desarrollando sus actividades sin tropiezos.
La próxima fuente de abastecimiento de agua para la capital hay que buscarla en la cuenca alta del río Yuna, mas arriba de Los Quemados o en la cuenca del Nizao a las alturas de Rancho Arriba.
Y los soñadores de la presa de Haina que aplaquen su entusiasmo de levantar una presa de mas de 100 metros de alto en el río. Ese es un sueño para disfrutarlo en agradables conversaciones técnicas libando una buena copa de vino tinto.
La próxima fuente para abastecer de agua la capital debe buscarse en la cuenca alta del río Yuna