Desequilibrio farmacológico global

Desequilibrio farmacológico global

La prestigiosa revista médica The New England Journal of Medicine en su edición correspondiente al 19 de febrero de 2009 trae un interesante artículo titulado: Implicaciones éticas y científicas de la globalización de la investigación clínica. Dicho trabajo científico es una labor conjunta del doctor Seth W. Glickman y sus colaboradores.

Se resalta en el informe la reducción del volumen de experimentos con nuevos medicamentos llevados a cabo en países ricos por las grandes casas farmacéuticas, en tanto que se nota desde 2002 un incremento anual del 15% en los ensayos con gente pobre en las naciones subdesarrolladas.

¿Qué es lo que mueve a esas poderosas corporaciones de la  industria farmacéutica a mover sus programas de prueba a territorios de  países débiles  fuera de los confines de Estados Unidos y Europa? Evidentemente que varios son los factores que motivan la reubicación de los escenarios para esas fases de pruebas farmacológicas a áreas institucionalmente más débiles y con pocas regulaciones estatales.

Uno de ellos es que esas poderosas firmas saben que en Norteamérica existe la Administración de Drogas y Alimentos, conocida por las siglas en ingles de FDA que se encarga de regular, bajo detallado protocolo, y de forma estricta, el uso en humanos de fármacos cuya eficacia y seguridad ya ha sido probada en otras especies animales.

Otro factor importante lo constituye el alto costo de inversión requerido para ensayar un nuevo producto digamos en Nueva York, versus lo barato que resultaría llevar a cabo ese tipo de labor en la India, así como lo barato y fácil que sería montarlo en Haití.

Hay personas con cara y cuerpo de ingenuidad que ven como una ayuda el aporte de medicinas hecho por fabricantes de medicamentos del exterior para ser usadas en la población humilde y enferma a modo de prueba sin pensar en los potenciales daños, a veces fatales, que pudieran generarse.

De lo que están conscientes esos individuos es de la facilidad con que se envuelve a centenares de personas inocentes en ensayos clínicos sin que los pacientes hayan sido informados de modo exhaustivo, claro, transparente y a plenitud de consciencia. Los comités de bioética en las distintas instituciones de salud de nuestros desamparados y empobrecidos pueblos apenas se conocen en una que otra institución, su ausencia es la regla y no la excepción. Pacientes gratis, investigadores mal preparados, sin escrúpulos y mal pagados, aunados a la orfandad estatal de organismos con la calidad y la fortaleza de la FDA, constituyen el atractivo que mueve a los grandes emporios de los fármacos a venir a experimentar con quienes no tienen dolientes, ni la suficiente fuerza para entablar una fructífera demanda multimillonaria por daños y perjuicios.

En tiempos de crisis global debemos prepararnos para lo peor ya que todavía falta mucho por venir.

A orar, a rezar y a entonar todos y todas en coro el himno de la esperanza y de la fe de los sobrevivientes. Que San Alejo disipe los peligrosos vientos desequilibrados de los ensayos clínicos en humanos por parte de la industria farmacéutica internacional.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas