Desequilibrios e Incondicionalidades. Estamos perdiendo sentido del equilibrio imprescindible para una democracia efectiva y eficiente, en medio de exigencias de incondicionalidad al evaluar políticas y ejecutorias gubernamentales.
El indicador de actividad económica enero-marzo.2022 reportó que la agropecuaria volvió a crecer apenas 2%; tres veces mas lentamente que la economía global y 20 veces el turismo.
Las cuentas externas cerraron desequilibradamente en 2021. La de bienes, US$12 mil millones; la de bienes y servicios, US$8 mil millones. Remesas y financiamiento equilibraron la de pagos.
Importamos en consumo y materias primas 10 veces mas que nuestras exportaciones nacionales. En productos alimenticios, incluyendo arroz y leche, el doble de exportaciones agropecuarias.
Finanzas públicas siguen desequilibrándose. Al 29/04/2022 faltaron RD$25 mil millones, a pesar del crecimiento de recaudaciones, para cubrir cargas fijas (gastos corrientes+amortizaciones).
Se gastaron en partidas corrientes 11 veces las de capital. La deuda consolidada fue en 2021, 32% superior a la del 2019, mientras PBI apenas fue 4.5%: La deuda creció(2019-2021), 7 veces mas rápidamente que nuestra economía.
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La proliferación de anuncios de obras contrasta con el ritmo de inversiones: Nuevamente está siendo menor de lo presupuestado (53%) con riesgos de volver a precipitarlas a finales de año, perjudicando calidad de obras y gastos.
2021 terminó con la informalidad laboral mas alta de nuestra historia: 58.1%; afectando recaudaciones y aumentando demandas de servicios de salud y pensiones.
Mientras persisten y/o se agravan desequilibrios, las reformas caminan dispersa y lentamente; a cuenta gotas.
Y lo “reformado”, tomando la muestra de PN, no se aplica, se aplica cercenadamente o las decisiones decepcionan mas que los acontecimientos; quien sabe si porque las autoridades todavía se concentran, a meses de alcanzar la mitad de su período, a perseguir irregularidades del gobierno anterior.
O por desempeñarse mediáticamente descuidando realizaciones, o a ritmo inferior al impuesto por el Presidente; proyectando un gobierno de dos velocidades.
O formulando exigencias impropias como incondicionalidades -solicitar propuestas a opositores, no críticas- olvidando que desde Tomas Moro (siglo XV) en “Utopía”, hasta Bosch en su Álbum de Corrupción (70s), defendieron denunciar males como premisa para el buen gobierno.