Desequilibrios globales,
desigualdad y nuevo orden

Desequilibrios globales,<BR>desigualdad y nuevo orden

FERNANDO PELLERANO MORILLA
En el 2006 los Estados Unidos tuvieron el mayor déficit en cuenta corriente de su historia: $850 mil millones de dólares, equivalente a 7 por ciento del PIB. Este déficit ha estado creciendo a razón de $150 billones al año durante los últimos tiempos debido a que, mientras sus importaciones crecen $250 billones al año, sus exportaciones crecen a $100 billones al año.

Esto significa que probablemente este año la economía norteamericana absorba alrededor de $900 billones de exportaciones del resto del mundo. En la actualidad, no hay ninguna economía en el mundo ni bloque regional que por sí solo absorba esa magnitud de exportaciones de bienes y servicios.

Pero la economía estadounidense ha llegado al tope de su capacidad de crecimiento en función del modelo de acumulación que ha seguido durante los últimos diez años. Este régimen de crecimiento ha estado impulsado por las ganancias y se ha fundamentado en tres pilares que ya son insostenibles: primero, una expansión del consumo personal con altos niveles de endeudamiento, justificado en una burbuja de crecimiento de los precios de los activos, principalmente de las viviendas, y combinado con una política de tasas de interés bajas y un sistema financiero liberalizado; segundo, un elevado déficit gubernamental; y tercero, un flujo continuo de inversión extranjera que ha financiado el déficit en cuenta corriente y el déficit fiscal a través de la compra de bonos del Tesoro de los Estados Unidos.

La corrección del déficit externo de los Estados Unidos puede darse de una de dos maneras: una, que continúe la contracción de la demanda de consumo, conjuntamente con una devaluación del dólar, lo cual generará una recesión en ese país y en el resto del mundo; y la otra, que los países con superávit de cuenta corriente arriba citados, apliquen políticas fiscales y monetarias expansivas que permitan absorber exportaciones que compensen el extraordinario monto del déficit externo de los Estados Unidos. La primera opción sería recesiva, y la segunda mantendría niveles de crecimiento similares a los actuales. De los países con fuerte superávit externo, los que han estado creciendo por muy debajo de su potencial son la Unión Europea, principalmente Alemania y Francia, Japón y Rusia.

Además del peligro que imponen a la estabilidad financiera, estos desequilibrios globales han causado una gran desigualdad en la distribución de los recursos económicos globales. Los ingentes recursos de capital que han estado fluyendo hacia la economía norteamericana para financiar su déficit fiscal podrían significar una importante contribución al desarrollo de las economías en desarrollo si fuesen reorientados hacia éstas.

La opción de corrección de los desequilibrios que mantendría el crecimiento mundial requiere de un nuevo orden internacional con una coordinación de las políticas económicas entre los grandes bloques (EE. UU., UE, Asia). Parte esencial de dicha coordinación debería ser el estímulo a la demanda de inversión productiva en los países en desarrollo, sobretodo de aquellos que, como la República Dominicana, mantienen un fuerte déficit de cuenta corriente y elevados coeficientes de endeudamiento externo.

En el nuevo orden internacional que debe surgir, el rol del FMI y el Banco Mundial debe cambiar significativamente. Éste orden institucional debe inspirarse en el plan original de Keynes presentado en la Conferencia de Bretón Woods hace más de 60 años de una Unión de Compensación Internacional.

Mediante el Plan Keynes un país con déficit (país A) podría endeudarse con el Banco de la Unión de Compensación en una moneda internacional (el Bancor), para financiar una transacción bilateral con un país B o un país C. Lo que no podría hacer el país A es cambiar su balance en Bancor por moneda del país B para pagarle al país C. De este modo, todo país con déficit acumularía balances de débito (deuda) denominados en Bancor con el Banco de la Unión de Compensación, y los países con superávit acumularían balances de crédito en dicho Banco. Si estos desequilibrios son persistentes, la Unión de Compensación Internacional debe persuadir tanto a los países con déficit con a los que tienen superávit, a tomar las acciones que entiendan conducentes a eliminar los desequilibrios sin afectar su competitividad internacional en términos de costos de producción.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas