Deserción escolar y la delincuencia crecen en RD con trabajo infantil

Deserción escolar y la delincuencia crecen en RD con trabajo infantil

El trabajo a destiempo, otra forma de abuso infantil que a niños, niñas y adolescentes deja sin escuela y atrofia su potencial intelectual, otra forma de agresión a menores que los lanza a la calle donde muchos se entrenan en la delincuencia, nutriendo el tráfico de drogas y el comercio sexual, se incrementó en el país con las penurias económicas de la pandemia del covid-19.

Entre ellos están los que abandonan la escuela, el grupo en sobreedad y repitencia, frecuente en quienes comparten trabajo y estudio, pues el tiempo de labores afecta el aprendizaje. Muestran bajo rendimiento académico y se quedan rezagados en niveles que no se corresponden con su edad o, finalmente, dejan el aula.

De ahí que mientras el 90% de los jóvenes de 20 a 23 años del quintil más rico terminó la secundaria, sólo 28% de los más pobres lo conseguía, tal como advirtió el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Desertan

Ausentes está 23% de niños y niñas con alguna discapacidad motora, auditiva o visual que no estudian, a lo que se suma el lastre en menores que precariamente asisten a la escuela: la discapacidad cognitiva que refuerza las cadenas intergeneracionales que los ata a la vulnerabilidad y priva al país de recursos humanos competentes.

La proporción de los que no finalizan la secundaria, basada en las encuestas ENHOGAR 2018 y 2019, podría ser mayor, ya que tras el covid-19 el trabajo infantil creció en el país sobre todo en la informalidad, incluida en el 74.3% que trabaja en servicios, según un informe del Departamento de Estado norteamericano publicado en el 2021.

El número de niños en labores de adultos, algunas peligrosas, esclavizantes, que suelen derivar o combinarse con actos delictivos, subió con la pobreza y la desigualdad, la deserción escolar que merma su capacidad cognitiva.

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Niños campesinos no soltaron la azada, otros siguieron en diversos oficios durante el 2021, declarado por las Naciones Unidas Año Internacional de la Eliminación del Trabajo Infantil, que transcurrió sin que el gobierno ni la sociedad se enfocaran en tal propósito.

Loable objetivo que no importó a políticos en el poder y la oposición, que no tuvo la resonancia eclesial alcanzada en defensa de los que no habían nacido.

La tendencia a la baja en el trabajo infantil cesó con la pandemia en varios países desde 2020, indica un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF.

La República Dominicana, donde el Código de Trabajo prohíbe el trabajo en menores de 14 años, no fue una excepción. Creció la obligación del trabajo que consume el tiempo de la escuela, que dificulta la creación de hábitos de estudio.

Detalles

Su infancia es violentada por una responsabilidad para la que no están preparados. En campos y ciudades realizan labores que restringen sus derechos, su dignidad, sometidos a insultos, a descalificaciones y desvalorizaciones que lastiman su autoestima.

Privaciones y maltratos los conducen al trabajo, unos obligados para ayudar al sustento familiar, otros escapan del empobrecido o violento hogar.

Salen a “buscársela”, aprendiendo que a mayor agresividad más posibilidad de subsistir, que consiguen algún dinero, mientras con el estudio los resultados son intangibles, de largo plazo.

Enfrentar las causas de este drama social es lo que procede, las inseguridades en que nacen y crecen, el desempleo del padre y la madre, la desintegración familiar y múltiples carencias: techo, salud, educación y otros condicionantes de la vulnerabilidad.

Las consecuencias de la falta de escolarización y supervisión de los padres en la etapa adecuada se refleja en un deterioro progresivo en el desarrollo de sus hijos e hijas cuando no reciben cuidado y protección.

Al argumento de que trabajar les ayuda a ser responsables, especialistas responden que esa cualidad debe inculcárseles sin sustituir ni mediatizar el estudio, pues el trabajo prematuro compite con su desarrollo personal, social y cultural.

Y, aún con excepciones, la regla en ese ciclo de vida es proveerles educación de calidad, formarlos en la escuela y el hogar con disciplina y amor.

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