¿Cuántos empleos les tocan a los perredeístas, que recibieron 6,992 votos (6.1%) en el municipio de San Cristóbal, en su condición de aliados electorales del PLD y su candidato, el actual alcalde Nelson Guillén? La pregunta debería de andar de boca en boca como reacción natural a la visita de una delegación de altos dirigentes del PRD al ayuntamiento de ese municipio en procura de empleos para su militancia, pues no siempre se tiene la oportunidad de sorprender a los políticos del patio actuando con tanta desfachatez. Todo indica, a juzgar por esa visita, que la dirigencia perredeísta ya hizo el cálculo, aunque no se sabe cuáles parámetros utilizó ni qué precio le puso a cada voto. Lo único que parece estar claro hasta ahora es que Guillén, bien curtido en el tigueraje político criollo, toreó con habilidad la afrentosa visita de los comisionados, encabezados por la embajadora en Italia Peggy Cabral y Fello Suberví, declarando que los empleos en ese ayuntamiento no pertenecen a la militancia de ningún partido en particular sino a todos los munícipes de San Cristóbal, aunque reconoció los aportes del PRD y demás aliados del Bloque Progresista al triunfo de su candidatura. Claro está, se ignora qué pactaron o acordaron, puertas adentro, los miembros de esa comisión y el alcalde Guillén, quien al concluir ese encuentro fue particularmente enfático al señalar que en ese cabildo no habrá problemas ni dificultades con los partidos aliados por el reparto o la distribución de cargos y empleos. Ojalá sea verdad y, sobre todo, que no le salga muy caro al ayuntamiento. Es cuando ocurren estos episodios, que ilustran con tanta elocuencia la degradación de la vida política dominicana y la responsabilidad de los partidos en ese proceso degenerativo aparentemente indetenible, que nos damos cuenta del mal uso que le están dando los políticos a nuestros votos y resulta inevitable la pregunta: ¿realmente vale la pena que le sigamos haciendo el juego?.-¿Cuántos empleos les tocan a los perredeístas, que recibieron 6,992 votos (6.1%) en el municipio de San Cristóbal, en su condición de aliados electorales del PLD y su candidato, el actual alcalde Nelson Guillén? La pregunta debería de andar de boca en boca como reacción natural a la visita de una delegación de altos dirigentes del PRD al ayuntamiento de ese municipio en procura de empleos para su militancia, pues no siempre se tiene la oportunidad de sorprender a los políticos del patio actuando con tanta desfachatez. Todo indica, a juzgar por esa visita, que la dirigencia perredeísta ya hizo el cálculo, aunque no se sabe cuáles parámetros utilizó ni qué precio le puso a cada voto. Lo único que parece estar claro hasta ahora es que Guillén, bien curtido en el tigueraje político criollo, toreó con habilidad la afrentosa visita de los comisionados, encabezados por la embajadora en Italia Peggy Cabral y Fello Suberví, declarando que los empleos en ese ayuntamiento no pertenecen a la militancia de ningún partido en particular sino a todos los munícipes de San Cristóbal, aunque reconoció los aportes del PRD y demás aliados del Bloque Progresista al triunfo de su candidatura. Claro está, se ignora qué pactaron o acordaron, puertas adentro, los miembros de esa comisión y el alcalde Guillén, quien al concluir ese encuentro fue particularmente enfático al señalar que en ese cabildo no habrá problemas ni dificultades con los partidos aliados por el reparto o la distribución de cargos y empleos. Ojalá sea verdad y, sobre todo, que no le salga muy caro al ayuntamiento. Es cuando ocurren estos episodios, que ilustran con tanta elocuencia la degradación de la vida política dominicana y la responsabilidad de los partidos en ese proceso degenerativo aparentemente indetenible, que nos damos cuenta del mal uso que le están dando los políticos a nuestros votos y resulta inevitable la pregunta: ¿realmente vale la pena que le sigamos haciendo el juego?