Desfase

Desfase

En la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) todavía hay quienes pretenden imponer el estilo reprobable y caduco de las manifestaciones violentas. En contradicción con las demandas contemporáneas, de multiplicar capacidades para integrarlas a la maquinaria del progreso, hay quienes siguen viviendo el pasado trasnochado y sombrío.

Es realmente desconcertante que abrumadoras mayorías estudiantiles tengan que ponerse en fuga e interrumpir su formación para el progreso porque se le antoje a grupos minoritarios que tienen predilección por la violencia y el estruendo.

Y más desconcertante es que detrás de estos reductos del trasnoche estén las manos de los partidos políticos, que se creen con licencia para invadir todo espacio sin reparar en que provocan más daño que beneficio.

–II–

La universidad del Estado está llamada a ser crisol para la formación de valores técnicos y morales, y las manifestaciones violentas que se han producido contradicen esas metas, pues ponen en riesgo la seguridad de verdaderos estudiantes y causan interrupciones de docencia que no tienen razón de ser.

La situación ha provocado que las autoridades amenacen con abrir las puertas a la fuerza pública para que imponga el orden, probablemente con el mismo estilo del cual se valen los grupos que están promoviendo los desórdenes.

Aunque sería indeseable que se llegara a estos extremos, hay que recordar que es un recurso previsto en el Artículo 36 del Estatuto Orgánico de la UASD, que puede ser invocado en situaciones en que no parece posible establecer el orden por los medios internos de la academia.

Los partidos políticos que aúpan grupos y candidaturas deben sacar sus manos de la UASD, sobre todo porque están promoviendo un desfase en medio del cual unas minorías con estilos caducos entorpecen los afanes de progreso de unas mayorías estudiantiles que tienen visión de futuro.

No más

Los maestros le han negado respaldo al llamado a paro hecho por la dirección de la aguerrida Asociación Dominicana de Profesores (ADP) para exigir mejoras salariales. Ha sido una juiciosa decisión.

Aparte de las disparidades internas, que las hay por lo que educadores tildan de ejercicio ilegal de la dirección del gremio, está el hecho de que la propia organización, a fuerza de uso y abuso, ha desacreditado la alternativa de la huelga.

No hay ningún asidero para interrumpir la docencia por demandas económicas que pueden ser negociadas con buena voluntad y por la vía del diálogo. Este método ha dado mejores resultados que los paros y huelgas, y si la ADP no lo cree, que se ponga al día con el Colegio Médico Dominicano, que cambió la fuerza por la palabra y ha obtenido éxitos.

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